“AMONTONAD TESOROS
EN EL CIELO”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Haz Clic en los textos para leer y orar
2 Corintios 11, 18.21-30 |
Mateo 6,19-23
Riquezas en el cielor (Lc 12.33-34) 19 “No acumuléis riquezas en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. 20 Acumulad más bien vuestras riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye, ni las cosas se echan a perder, ni los ladrones entran a robar. 21 Porque donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo (Lc 11.34-36) 22 “Los ojos son como la lámpara del cuerpo. Si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo será luminoso; 23 pero si tus ojos son malos, todo tu cuerpo será oscuridad.t Y si la luz que hay en ti resulta ser oscuridad, ¡qué negra no será la propia oscuridad! |
DÍA 20 JUNIO CICLO C
Sólo esta frase es para meditar largamente la trascendencia de la fe. El cielo no es una palabra cualquiera. Nadie es un cielo, aunque se le diga a alguien.
Tampoco
es un lugar y, menos, donde guardar “tesoros”.
Decir
“Cielo” es decir Dios
y, decirlo equivale a saber lo que se dice de Dios.
No
es suficiente “creer en Dios”,
y “creer en el Cielo”, sino aceptar la vida que conduce al “Cielo”;
que no es otro que creer y vivir lo que Cristo nos ha enseñado con su Vida.
Ayer
comentaba que, lo indefinido no
sirve para nada, sea en la condición de fe o simplemente humana. La vida
de cada día es una definición.
Cada
día
quedamos definidos ante Dios y
ante el prójimo.
El “Cielo”
lo tenemos bien
definido, en lo que es y en lo que no es, en tanto que, a nuestra medida, aceptamos al Dios que es.
Es
necesario definir los tesoros:
“Donde está
tu tesoro allí estará tu corazón”.
Dice
“estará”; Jesús no habla de estar
sólo aquí, sino que, estaremos donde
haya estado nuestro corazón.
Por
esto nos advierte sobre el discernimiento
de los tesoros.
“No atesoréis tesoros en
la tierra”
Nos dice “no atesorar tesoros”; pero no habla de lo que son o no tesoros.
La Vida de Jesús nos permite conocer y discernir los caminos, que conducen a atesorar riquezas, de los que conducen a guardar tesoros para el cielo.
Las riquezas, de este mundo, hoy las tenemos y mañana
no; incluidas las personas que amamos y las que nos aman. Todo en el mundo tiene su fin.
El primer tesoro que debemos guardar es el amor a las personas; pero un
amor concreto, que tiene en consideración la vida
del prójimo.
Estamos destinados por Dios a ser felices y, ¡cuánta felicidad nos
perdemos y cuánta la robamos, a veces, a las personas que decimos que amamos!
La frase de Jesús tiene mucho que ver:
“Si tu ojo está sano,
tu cuerpo entero tendrá luz;
pero si tu ojo está enfermo,
tu cuerpo entero estará a
oscuras”
En esta frase no veamos un aspecto moral
referido a la forma de mirar, sino pensemos
en la forma de “saber ver”.
- Ver si el prójimo es pobre, está enfermo, vive en soledad;
- Ver desde qué condición humana habla o calla.
- Ver la necesidad de amor que tiene cada prójimo, empezando por los más
próximos, que es donde podemos ser un
medio y un cauce de bienestar o de desdicha familiar.
“La lampara del cuerpo es
tu ojo”
- Como miramos, somos.
- Como respondemos, a lo que vemos, mostramos nuestra manera habitual de ser.
La indiferencia, el egoísmo, el orgullo… son la respuesta de la vida
ante lo que vemos o no queremos ver.
“Si la luz que hay en ti está oscura,
¡cuánta será la oscuridad!
Federico
Allara
SANTORAL DEL DÍA
No hay comentarios:
Publicar un comentario