CAPACIDAD DE MANTENER LA PAZ EN LA TRIBULACIÓN
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Haz Clic en los textos para leer y orar)
Hechos 15,1-2.22-29 |
Apocalipsis 21,10-14.22-23 |
Juan 14,23-2923 Jesús le contestó: –El que me ama hace caso a mi palabra; y mi Padre le amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él. 24 El que no me ama no hace caso a mis palabras. Las palabras que estáis escuchando no son mías, sino del Padre, que me ha enviado. 25 “Os he dicho todo esto mientras permanezco con vosotros; 26 pero el Espíritu Santo, el defensor que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho. 27 “Os dejo la paz. Mi paz os doy, pero no como la dan los que son del mundo. No os angustiéis ni tengáis miedo. 28 Ya me oísteis decir que me voy, y que vendré para estar otra vez con vosotros. Si de veras me amaseis os habríais alegrado al saber que voy al Padre, porque él es más que yo. 29 Os digo esto de antemano, para que, cuando suceda, creáis. |
VI DOMINGO DE PASCUA
CICLO -C
Hechos 15,1-2.22-29
La
fe en Jesús nos exige vivirla en fidelidad a Él, único Salvador; de
ahí que, hubiera la necesidad de dialogar entre los mismos Apóstoles y Pablo;
a este encuentro se le ha llamado “primer
concilio de Jerusalén”, porque se determinó
la unidad que impone la fe en
Jesús; para no seguir con la Ley y, menos, con cualquier fe
subjetiva en el seguimiento de Cristo resucitado.
Apocalipsis 21,10-14.22-23
Nos
muestra la visión de la Nueva Jerusalén…, y
la muralla de la Ciudad con doce cimientos con los nombres de cada una de las
Doce tribus de Israel; sin santuario,
porque lo es Dios todopoderoso y el
Cordero.
Y
la ciudad no necesita Luz; la Gloria del
Señor la ilumina.
La
Nueva Jerusalén es espiritual; es la Ciudad del Señor con el Cordero, que es Cristo resucitado; Juan, en su visión, une el Antiguo Testamento con el Nuevo
Testamento presentando las Doce tribus
como cimientos de la Ciudad, encima de las cuales están los Nombres de los Apóstoles, elegidos de entre los discípulos de Jesús, como columnas de la Nueva
Ciudad. La Ciudad es
iluminada por la Gloria de Dios y su lámpara es el Cordero; su Persona
ilumina la vida de los creyentes, edificados sobre el cimiento de los Apóstoles
y de los Profetas. (Ef.2,20).
Juan 14,23-29
- La
vida de fe es la que nos ayuda a hablar, desde dentro a fuera,
al vivirla referida al Espíritu Santo.
- La
vida religiosa es la que tiene la referencia en un Dios no
revelado, que habla desde dentro en la medida de su creencia
subjetiva.
· Jesús
habla desde dentro de su Ser, por ser esencialmente
uno con el Hijo, y sus palabras tocan
lo más íntimo del ser humano que las escucha.
Escuchar es una libre opción,
que permite entender y guardar las palabras.
Para
conocer hay que escuchar. Se ama lo que se conoce.
Un
Dios que no se conoce nadie lo puede escuchar y amar.
Conocer, desde la fe, es creer.
· Creer es respuesta a Dios, que nos ofrece la Verdad de Jesús en quien
culmina su revelación.
Por
esto Jesús nos ha podido decir:
“El que me ama guardará
mi palabra”
Jesús pronuncia estas palabras en el contexto
de la Cena de despedida de sus discípulos.
Sin fe y sin amor a Dios no podemos guardar su palabra ni aceptar
su realidad.
Aceptarlas es afirmar que creemos en el Espíritu que se nos ha dado.
“El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando lo que os he dicho”
Anteriormente he dicho que, desde la fe hablamos desde dentro a
fuera; sin la fe y amor a Jesús, es decir a Dios y al prójimo, son sólo
pensamientos y razonamientos de lo que es y lo que no es Dios.
Jesús no nos pide sólo la fe, sino el amor.
Tenemos que hacer descender la Luz de
la Verdad, que conoce
la razón desde la fe, al
fuego del corazón para amar lo que creemos;
creer y amar a Jesús, guardar su
palabra y “hacer lo que nos dice”, como nos lo recuerda María
en las Bodas de Caná.
Los peligros de la fe hoy son, en síntesis:
- La indiferencia y el relativismo, pero también el sincretismo y el subjetivismo.
- Reducir la fe a una espiritualidad vertical
refugiada en los templos, que el mundo programa para la Iglesia que no escucha a Jesús.
No olvidemos que el mandato de Jesús es: “ir a todos
los pueblos y naciones”,
Es en Jesús en quien vemos una espiritualidad honda, desde donde
sale la acción de amor y caridad que lleva a la unidad de la Humanidad.
“La paz os dejo, mi paz
os doy”
·
Jesús nos deja la Paz, la realidad
de un mundo nuevo, que conocemos al ver el ser nuevo de un recién bautizado, si nos
detenemos a pensar lo que “es,
significa y realiza el bautismo”.
·
Jesús añade: “Mi paz os
doy”, y lo dice cuando su corazón vive el adiós de sus discípulos más queridos,
sabiendo que le van a traicionar.
Tenemos que creer en la Paz; porque no es el estado de vida sin guerra.
Desde la fe es la capacidad de mantener la paz en la tribulación.
¡Qué difícil es creer en la paz que Dios nos
ofrece como estado de vida!
-
Si una palabra, un gesto, una mirada, una
adversidad, si cualquier cosa que pase en la cotidianidad de la vida, es suficiente para alterar el humor y el
trato con el prójimo, digamos que no nos hemos familiarizado con la paz que Jesús nos ofrece y nos la da desde que aceptamos la realidad
de su vida.
-
Es la paz que contemplamos en María; ejemplo de sufrimiento desde la
Encarnación. Paz porque su vida está
llena de la Presencia de Dios.
“Os lo he dicho ahora,
antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis”
Dios ha establecido la Paz en su Hijo. Lo que queda está en nuestras manos y en
cada tiempo de la Humanidad.
Dijo
Jesús a sus discípulos: ¡Qué torpes sois para creer!,
Federico Allara
SANTORAL DEL DÍA
s. Gregorio VII, papa
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