sábado, 31 de mayo de 2025

ASCENSIÓN DEL SEÑOR

“VOSOTROS SOIS MIS TESTIGOS”

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Haz Clic en los textos para leer y orar)

Hechos 1,1-1

Efesios 1,17-23

Lucas 24,46-53

46 y les dijo:
–Está escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; 47 y que en su nombre, y comenzando desde Jerusalén, hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas. 49 Y yo enviaré sobre vosotros lo que mi Padre prometió. Pero vosotros quedaos aquí, en Jerusalén, hasta que recibáis el poder que viene de Dios.
Ascensión de Jesús
(Mc 16.19-20)
50 Luego Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta Betania, y alzando las manos los bendijo. 51 Y mientras los bendecía se apartó de ellos y fue llevado al cielo. 52 Ellos, después de adorarle, volvieron muy contentos a Jerusalén. 53 Y estaban siempre en el templo, alabando a Dios.

DOMINGO DE LA ASCENSIÓN

CICLO -C

Lugar de la Ascensión

Hechos 1,1-11

“Jesús subió al cielo después de haber dado instrucciones a los Apóstoles, que había escogido movido por el Espíritu Santo”

Los nombres de los Doce nos los pone S. Juan, en su visión apocalíptica, sobre las murallas de la Nueva Jerusalén, uniendo el A.T. con el N.T al ser signo de las doce tribus de Israel. El A.T. es luz y promesa del acontecer del N.T. y, Cristo Jesús, con su Vida, cumple la promesa y es Luz que ilumina toda la Historia del Dios revelado.

“Una vez que comían juntos les ordena que no se muevan de Jerusalén, porque iban a ser bautizados con Espíritu Santo”

“¿Señor, es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?”

Sus mismos Apóstoles, cuando Jesús estaba por terminar su vida en el mundo y, después de haber visto y oído tantas cosas inauditas de Él, no habían entendido aún el porqué de su Vida entre nosotros.

¡Cuánta confusión tenemos, de Dios y del mismo Jesús, cuando no es creída su Verdad!

La restauración de Israel fue la reconciliación de la Humanidad, liberada su libertad para que, todos pudiéramos optar por aceptar poder ser hijos de Dios.

“No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad”

No aceptemos cuanto nos llegue, por medios “desinformativos”, bien programados, palabras, mensajes de Santos y de Papas referidos a tiempos de presente y futuro.

¡Creamos sólo en Dios! Como decía Sta. Teresa: “Solo Dios basta”.  

 

Efesios 1,17-23

Os aconsejo leer y meditar el texto y, no sólo una vez.

“El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón”

No sobra ni una palabra…, y sí muchas de las nuestras, y de nuestro propio razonamiento.

 

Lucas 24,46-53

Nosotros creemos porque se nos ha dado “la Gracia del don de la fe”; es inimaginable la experiencia de María Magdalena, los Apóstoles, los discípulos de Emaús y los quinientos discípulos, como nos dice Pablo, al ver a Cristo resucitado, después de su tristeza de verle muerto y sepultado.

“Los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo…, se separó de ellos, y fue llevado al cielo”

Hemos de creer que Cristo volvió a la Gloria, que tenía desde el principio; desde una espiritualidad de cruz, la Ascensión es un descenso.

En la Encarnación Cristo asumió nuestra naturaleza pecadora, su Bautismo de Cruz hizo de nosotros criaturas nuevas, hijos de Dios Padre y, la Fiesta de hoy, no es la separación de Jesús para siempre, sino que, solo la fe vive con alegría el hecho de que:

·         Nuestra humanidad entra por primera vez en el cielo”. Pronunciado por el Papa Francisco en un Regina Caeli del año 2016.

Con Cristo, ascendido al Padre, nosotros hemos ascendido en Él.

·         No es una promesa, sino un hecho evidente por la Ascensión de Cristo al Padre.

Los creyentes en la Verdad de Cristo, revelador de la Verdad de Dios, no sólo creemos en la inmortalidad del alma, sino en la realidad de la salvación de nuestra singularidad personal y en la esperanza cierta de encontrarnos con quienes en este mundo nos hemos amado; nos esperan familiares, amigos y creyentes.

Pero no termina ahí la cosa. Jesús, al despedirse, les dice a los Apóstoles:

“Vosotros sois testigos de esto”

¿De qué?

·         De que, el Mesías ha padecido y ha resucitado al tercer día,

·         Para proclamar la conversión, el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Ser creyentes es anunciar, predicar y ser testigos de que Cristo murió y resucitó. Hasta aquí es relativamente fácil.

-          Lo difícil es ser testigo, de la misma muerte de Cristo, si no vivimos y Celebramos la fe en su Memorial hasta que vuelva.

-          Más difícil es hablar hoy del pecado; por el que Cristo fue revestido en su Cuerpo inocente para ser Bautizado, con su propia Sangre, y recrear un ser humano nuevo.

La referencia de ser pecadores no es ninguna ley, sino el Amor del crucificado resucitado. Negar que somos pecadores es desestimar la Vida, Pasión y Muerte de Jesús.

De ahí la importancia de la frase final del texto:

“Quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto”

La Vida de Jesús no puede ser creída desde nuestra sola subjetividad ni, desde ella, sin un Magisterio respecto a la interpretación de los textos.

La Ciencia teologal ha progresado y progresa desde la fuerza de lo alto, que se le ha dado a la Iglesia, que somos todos los bautizados; pero la sola interpretación de los bautizados puede establecer una Iglesia dividida, que no sería la de Cristo.

Nuestra fe es mirar al cielo, que esperamos como destino; pero esto sería una espiritualidad vertical. Hace falta unir, a esta verticalidad, lo que dijo el Papa en el mismo “Regina Caeli”:

El testimonio que cada domingo debería salir de nuestras iglesias para entrar en las casas, en las oficinas, en los hospitales, en las cárceles, en las casas de los ancianos, en los lugares llenos de emigrantes, en las periferias de las ciudades…”

·         Vivir la fe en Cristo resucitado es la que transforma la vida en amor y en sentido.

Vivir la fe en Él es entender que, para ascender hay que descender a la realidad de la vida.

El testimonio de los que han llegado a los altares es simplemente éste:

·         Han creído en Cristo Jesús que, por Amor gratuito nos ha salvado, que es más que creer en una inmortalidad por ser la fe en “Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”, que nos espera para un abrazo eterno,

·         Y han dado testimonio con su vida en la realidad de su tiempo.

Por esto, “ellos se postraron ante Él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría”   

 Federico Allara


PERMANEZCAN EN MI AMOR

 


 



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