JESÚS TRANSFIGURADO
EN LA ORACIÓN.
HOY RESUCITADO CON NOSOTROS
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Lucas 9, 28-36
II DOMINGO DE CUARESMA
CICLO -C
Dios
es creído y anunciado como Amor por quienes aceptan la Vida de Jesús de
Nazaret,
como su paso por el mundo.
Jesús
pasó haciendo el bien,
y justificó a los que le condenaron diciendo al Padre que, “no sabían lo que hacían”
La
Justicia,
desde Dios, viene marcada por el sello
del Amor.
Para
Dios es justo quien practica la
justicia;
y se asemeja a Él cuando ama, perdona y obra con misericordia.
El
amor,
que nos revela Jesús con su Vida, nos
habla de su propia fe en el ser humano, porque decir que, “no sabían lo que hacían” sólo lo puede decir un hombre de
fe, de amor y de misericordia.
Los
seres humanos sabemos lo que hacemos cuando afirmamos o negamos
Esta
introducción se debe al por qué de
la primera lectura de hoy.
Gn 15,5-12.17-18
Abrahán
es justificado por sus obras
justas
y también porque creyó en la Promesa que Dios le hizo, aunque pidiera
lógicas garantías porque significaba que sería realizada fuera
del tiempo de poder verla.
Dios
consintió y selló su Alianza con Abrahán.
“A tu descendencia le daré esta tierra, desde el rio de
Egipto hasta el gran río Éufrates”
Los tiempos modernos no ayudan a creer en
promesas y, sin embargo, la revelación nos habla de forma
permanente de Promesas de Dios, que a lo largo del tiempo todas se cumplen.
Todo un proceso de dichos y hechos que hacen verdad lo prometido hasta la llegada del Mesías, con la
sorpresa, para la razón y la fe, por haber sido el mismo Dios, en la Persona del Hijo, el que vino a cumplir la Promesa superando la Ley con Amor de eterna Misericordia.
·
El
Plan de Dios se ha escrito rectamente en la línea torcida de la Cruz.
Vida de fe es la que espera las Promesas de
Dios.
Nuestra plegaria a María es: “ruega por
nosotros para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo”
Ahí está la importancia de la justificación de Abrahán por creer
la Promesa de Dios.
Nosotros somos parte de las estrellas
de su descendencia.
Nuestra
primera justificación ante Dios es creer en sus Promesas.
¡Si
no es fácil aceptar la Verdad del Ser de Dios, tantas veces
relativizado por nuestra manera de pensarlo o de negarlo, más lo es pensar que la fe, en Dios
y entre nosotros, es creer en las Promesas de Dios y en
nuestras promesas con garantía del amor!
“Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde
aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo
humilde, según el modelo de su Cuerpo glorioso” (Fil
3,17,ss)
Estamos
reflexionando sobre lo mismo de la primera lectura: la fe en las Promesas. Es, aceptándolas con fe, desde donde pueden llegar las buenas obras,
como en Abrahán.
Lc 9,28b-36
La transfiguración
de Jesús fue un hecho de amor para los discípulos,
pero las transfiguraciones en minúscula son muchas las que hemos de ver.
Jesús
llamaba la atención por su forma de orar, hasta el punto de que,
sus discípulos le piden que les enseñe a rezar. Jesús transfigurado en la oración. Un punto para reflexionar nosotros.
¿Cómo
rezamos, a quién nos dirigimos, de qué hablamos, qué y a quién escuchamos?
No
hay conocimiento de Dios solo
desde el estudio o desde la razón pensante u orante, sino desde la escucha
de la oración de relación con Él.
En
el texto de hoy leemos que los tres discípulos, invitados a vivir la
experiencia de Jesús, “se caían de
sueño”. Se dormían, como en Getsemaní.
Nos
gusta la gloria y la fiesta
y desearíamos plantar tienda cuando
rebosa la felicidad, pero nos cuesta compartir
el dolor, estar atentos al sufrimiento del prójimo o, cuando nos
habla de promesas que a la razón
le cuesta entender.
Hay
muchas formas de quedarnos dormidos cuando las palabras o los hechos no
nos van.
¡Cuántas
veces andamos dormidos en la oración!
·
Dormimos
cuando no rezamos; lo hacemos cuando la oración es nuestra relación con Dios
desde nuestra realidad, sin considerar la suya.
· Estamos dormidos
cuando nos relacionamos con nuestro prójimo sin considerar su realidad.
·
Dormimos
siempre que hay un sutil egoísmo en
nuestras relaciones con el prójimo, cuando sólo
cuenta nuestra vida y cuando
sólo hablamos de ella.
Y
también nos dice el texto que Pedro “no sabía lo
que decía”.
Aún
admirados y sorprendidos, de ver lo
que veían, en el fondo se dormían cuando Elías y
Moisés hablaban con Jesús del éxodo que iba a vivir en Jerusalén.
Los
letrados y fariseos sabían lo que decían y lo que le hacían a Jesús.
Jesús
nos justifica ante el Padre por amor, pero
nuestra conciencia ha de reconocer que sabemos lo que decimos y hacemos
con Él.
La
aceptación, la duda, el subjetivismo, la negación son nuestra libre opción de
respuesta al Amor que todos vemos en Jesús, seamos o no creyentes.
Los
creyentes nos hemos acostumbrado a su Presencia en
el Altar, en el Sagrario, en la custodia; no tanto a verle en el prójimo.
Dios,
en Cristo Jesús, está hoy resucitado con nosotros, pero su Presencia es transfigurada en su humildad,
en su silencio, en su permanente forma de ocultar su divinidad, como
cuando estuvo físicamente con nosotros.
Su
Vida es un respeto a la libertad y dignidad de todo ser humano. Demuestra ser Dios por su capacidad de esperar
la libre respuesta de cada ser humano a su Amor.
¡Qué bien se está
aquí!, es
una forma de estar bien con los milagros de Jesús, y un signo de
seguir pidiéndolos cuando sabemos que, el
gran signo y milagro ha sido la Muerte y Resurrección de Cristo.
¿Dónde
hemos de ver nosotros hoy a Dios transfigurado?
· Contemplándolo
crucificado. Es el Tabor permanente.
Ver
a Dios crucificado,
en Cristo, no es cuestión de contemplar una imagen o una pintura, es el signo que nos plantea la fe en el
Amor del Dios Uno y Trino.
· Cristo fue condenado
a morir en Cruz por la falta de fe de las autoridades de su tiempo.
· Cristo crucificado es Dios
transfigurado
ante quien se resiste la misma fe de su Pueblo.
No
nos quedemos en el Monte Tabor, donde nos quedamos admirados
y rezamos cuando pisamos el lugar en Tierra Santa o el día de hoy por el
texto, meditemos en el por qué de la Transfiguración.
Elías
y Moisés hablaban con Jesús del éxodo que debía
vivir en Jerusalén, e invitó a
Pedro, Santiago y Juan para que, desde la experiencia del Tabor, no
se escandalizaran cuando lo vieran crucificado.
¡Sepamos
contemplar a Dios en Cristo
transfigurado en la Cruz, para no quedar cansados de sueño;
porque son muchas las formas de dormir ante la Vida y la Muerte en Cruz de
Jesús!
Que
nuestra oración sea
escuchar la voz: “Éste es mi Hijo,
el Elegido, escuchadlo”
Y
que siga la oración desde la reflexión: “Después de oír la voz. Se encontró Jesús solo”
Acostumbrémonos
a contemplar a Jesús solo
en el Altar, en el Sagrario, en la custodia, en la imagen permaneciendo, ante nuestra mirada, crucificado.
Demos
gracias porque, si podemos hacer esta meditación es
porque el Crucificado es el Resucitado.
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA

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