sábado, 15 de marzo de 2025

JESÚS TRANSFIGURADO 

EN LA ORACIÓN. 

HOY RESUCITADO CON NOSOTROS 

 Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)

Lucas 9, 28-36

Transfiguración de Jesús
(Mt 17.1-8; Mc 9.2-8)
28 Unos ocho días después de esta conversación, Jesús subió a un monte a orar, acompañado de Pedro, Santiago y Juan. 29 Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus ropas se volvieron muy blancas y brillantes. 30 Y aparecieron dos hombres conversando con él: eran Moisés y Elías, 31 que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de Jesús de este mundo , que iba a tener lugar en Jerusalén. 32 Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. 33 Cuando aquellos hombres se separaban ya de Jesús, Pedro le dijo:
–Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Pero Pedro no sabía lo que decía. 34 Mientras hablaba, una nube los envolvió en sombra; y al verse dentro de la nube, tuvieron miedo. 35 Entonces de la nube salió una voz que dijo: “Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle.”
36 Después que calló la voz, vieron que Jesús estaba solo. Ellos guardaron esto en secreto, y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto.

II DOMINGO DE CUARESMA 

 CICLO -C

Dios es creído y anunciado como Amor por quienes aceptan la Vida de Jesús de Nazaret, como su paso por el mundo.

Jesús pasó haciendo el bien, y justificó a los que le condenaron diciendo al Padre que, “no sabían lo que hacían”

La Justicia, desde Dios, viene marcada por el sello del Amor.

Para Dios es justo quien practica la justicia; y se asemeja a Él cuando ama, perdona y obra con misericordia.

El amor, que nos revela Jesús con su Vida, nos habla de su propia fe en el ser humano, porque decir que, no sabían lo que hacían” sólo lo puede decir un hombre de fe, de amor y de misericordia.

Los seres humanos sabemos lo que hacemos cuando afirmamos o negamos

Esta introducción se debe al por qué de la primera lectura de hoy.

Gn 15,5-12.17-18  

Abrahán es justificado por sus obras justas y también porque creyó en la Promesa que Dios le hizo, aunque pidiera lógicas garantías porque significaba que sería realizada fuera del tiempo de poder verla.

Dios consintió y selló su Alianza con Abrahán.

“A tu descendencia le daré esta tierra, desde el rio de Egipto hasta el gran río Éufrates”

Los tiempos modernos no ayudan a creer en promesas y, sin embargo, la revelación nos habla de forma permanente de Promesas de Dios, que a lo largo del tiempo todas se cumplen.

Todo un proceso de dichos y hechos que hacen verdad lo prometido hasta la llegada del Mesías, con la sorpresa, para la razón y la fe, por haber sido el mismo Dios, en la Persona del Hijo, el que vino a cumplir la Promesa superando la Ley con Amor de eterna Misericordia.

·       El Plan de Dios se ha escrito rectamente en la línea torcida de la Cruz.

Vida de fe es la que espera las Promesas de Dios.

Nuestra plegaria a María es: “ruega por nosotros para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo

Ahí está la importancia de la justificación de Abrahán por creer la Promesa de Dios.

Nosotros somos parte de las estrellas de su descendencia.

Nuestra primera justificación ante Dios es creer en sus Promesas.

¡Si no es fácil aceptar la Verdad del Ser de Dios, tantas veces relativizado por nuestra manera de pensarlo o de negarlo, más lo es pensar que la fe, en Dios y entre nosotros, es creer en las Promesas de Dios y en nuestras promesas con garantía del amor!

“Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su Cuerpo glorioso” (Fil 3,17,ss)

Estamos reflexionando sobre lo mismo de la primera lectura: la fe en las Promesas. Es, aceptándolas con fe, desde donde pueden llegar las buenas obras, como en Abrahán.

Lc 9,28b-36

La transfiguración de Jesús fue un hecho de amor para los discípulos, pero las transfiguraciones en minúscula son muchas las que hemos de ver.

Jesús llamaba la atención por su forma de orar, hasta el punto de que, sus discípulos le piden que les enseñe a rezar. Jesús transfigurado en la oración. Un punto para reflexionar nosotros.

¿Cómo rezamos, a quién nos dirigimos, de qué hablamos, qué y a quién escuchamos?

No hay conocimiento de Dios solo desde el estudio o desde la razón pensante u orante, sino desde la escucha de la oración de relación con Él.

En el texto de hoy leemos que los tres discípulos, invitados a vivir la experiencia de Jesús, “se caían de sueño”. Se dormían, como en Getsemaní.

Nos gusta la gloria y la fiesta y desearíamos plantar tienda cuando rebosa la felicidad, pero nos cuesta compartir el dolor, estar atentos al sufrimiento del prójimo o, cuando nos habla de promesas que a la razón le cuesta entender.

Hay muchas formas de quedarnos dormidos cuando las palabras o los hechos no nos van.

¡Cuántas veces andamos dormidos en la oración!

·       Dormimos cuando no rezamos; lo hacemos cuando la oración es nuestra relación con Dios desde nuestra realidad, sin considerar la suya.

·      Estamos dormidos cuando nos relacionamos con nuestro prójimo sin considerar su realidad.

·       Dormimos siempre que hay un sutil egoísmo en nuestras relaciones con el prójimo, cuando sólo cuenta nuestra vida y cuando sólo hablamos de ella.

Y también nos dice el texto que Pedro no sabía lo que decía”.

Aún admirados y sorprendidos, de ver lo que veían, en el fondo se dormían cuando Elías y Moisés hablaban con Jesús del éxodo que iba a vivir en Jerusalén.

Los letrados y fariseos sabían lo que decían y lo que le hacían a Jesús.

Jesús nos justifica ante el Padre por amor, pero nuestra conciencia ha de reconocer que sabemos lo que decimos y hacemos con Él.

La aceptación, la duda, el subjetivismo, la negación son nuestra libre opción de respuesta al Amor que todos vemos en Jesús, seamos o no creyentes.

Los creyentes nos hemos acostumbrado a su Presencia en el Altar, en el Sagrario, en la custodia; no tanto a verle en el prójimo.

Dios, en Cristo Jesús, está hoy resucitado con nosotros, pero su Presencia es transfigurada en su humildad, en su silencio, en su permanente forma de ocultar su divinidad, como cuando estuvo físicamente con nosotros.

Su Vida es un respeto a la libertad y dignidad de todo ser humano. Demuestra ser Dios por su capacidad de esperar la libre respuesta de cada ser humano a su Amor.

¡Qué bien se está aquí!, es una forma de estar bien con los milagros de Jesús, y un signo de seguir pidiéndolos cuando sabemos que, el gran signo y milagro ha sido la Muerte y Resurrección de Cristo.

¿Dónde hemos de ver nosotros hoy a Dios transfigurado?

·       Contemplándolo crucificado. Es el Tabor permanente.

Ver a Dios crucificado, en Cristo, no es cuestión de contemplar una imagen o una pintura, es el signo que nos plantea la fe en el Amor del Dios Uno y Trino.

·       Cristo fue condenado a morir en Cruz por la falta de fe de las autoridades de su tiempo.

·       Cristo crucificado es Dios transfigurado ante quien se resiste la misma fe de su Pueblo.

No nos quedemos en el Monte Tabor, donde nos quedamos admirados y rezamos cuando pisamos el lugar en Tierra Santa o el día de hoy por el texto, meditemos en el por qué de la Transfiguración.

Elías y Moisés hablaban con Jesús del éxodo que debía vivir en Jerusalén, e invitó a Pedro, Santiago y Juan para que, desde la experiencia del Tabor, no se escandalizaran cuando lo vieran crucificado.

¡Sepamos contemplar a Dios en Cristo transfigurado en la Cruz, para no quedar cansados de sueño; porque son muchas las formas de dormir ante la Vida y la Muerte en Cruz de Jesús!

Que nuestra oración sea escuchar la voz: Éste es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo”

Y que siga la oración desde la reflexión: “Después de oír la voz. Se encontró Jesús solo

Acostumbrémonos a contemplar a Jesús solo en el Altar, en el Sagrario, en la custodia, en la imagen permaneciendo, ante nuestra mirada, crucificado.

Demos gracias porque, si podemos hacer esta meditación es porque el Crucificado es el Resucitado.

F. Allara 


SANTORAL DEL DÍA

ss. Hilario y Taziano, 

mártires de Aquileia



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