CRISTO HA VENIDO A CAMBIAR
EL CORAZÓN DEL HOMBRE
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Marcos 7,1-8.14-15.21-23
Lo que hace impuro al hombre (Mt 15.1-20) 1 Se acercaron los fariseos a Jesús, junto con unos maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén. 2 Y al ver que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin haber cumplido con el rito de lavárselas, los criticaron. 3 (Porque los fariseos –y todos los judíos– siguen la tradición de sus antepasados de no comer sin antes lavarse cuidadosamente las manos. 4 Y al volver del mercado, no comen sin antes cumplir con el rito de lavarse. Y aún tienen otras muchas costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de metal y las camas.) 5 Por eso, los fariseos y los maestros de la ley preguntaron a Jesús: –¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros antepasados? ¿Por qué comen con las manos impuras? 6 Jesús les contestó: –Bien habló el profeta Isaías de lo hipócritas que sois, cuando escribió: ‘Este pueblo me honra de labios afuera, pero su corazón está lejos de mí. 7 De nada sirve que me rinda culto, pues sus enseñanzas son mandatos de hombres.’ 8 Porque vosotros os apartáis del mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres. |
14 Luego Jesús llamó a la gente y dijo: –Escuchadme todos y entended: 15 Nada de lo que entra de fuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del corazón del hombre es lo que le hace impuro. [ |
21 Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, 22 los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio. 23 Todas estas cosas malas salen de dentro y hacen impuro al hombre. |
1 setiembre 22 T. Or. C. B 24
Desde
la inquietud de buscar el rostro de Dios
vale más,
aceptar la veracidad de los encuentros-diálogo de Dios con Abrahán,
Moisés y el Ángel con María, desde las formas de revelarlo la Historia de la
Salvación, que todos los afanes religiosos, el pensamiento de los filósofos
griegos y todas las Leyes que han contribuido al bien social.
Aceptar
a Dios es hallar la respuesta íntegra al interrogante del ser humano, como
dice S. Agustín, “nos hiciste para Ti y
el alma no descansa hasta que te encuentra”.
A
pesar de la necesidad que tenemos los seres humanos de encontrarnos con el
verdadero Dios, unos por habernos elegido y otros con una actitud e inquietud
de búsqueda, ¡cuántas veces!, teniéndolo todo, erramos en la respuesta cuando llegamos a conocerlo.
La
realidad nos demuestra que no hay sociedad
que pueda vivir sin ley, que son los senderos que hacen posible la
convivencia humana. Nunca las leyes deben
ser arbitrarias ni cerradas, sino que debe
servir al bien de las personas en cada tiempo y lugar.
Dt. 4,1-2.6-8
Tomar
Dios en posesión es vivir en plena libertad, porque Dios es plenitud en sí mismo, y lo que
desea es que nuestra condición humana llegue a su medida según su voluntad.
Sus
leyes son sabiduría para nuestra
vida; por esto dice:
“No añadáis nada a lo que Yo os mando ni suprimáis nada…, observadlos
y cumplidlos (los
mandamientos),
pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia”
Entonces
dirán:
“Ciertamente es un pueblo
sabio e inteligente esta nación”
Mantengamos
nuestra acción de gracias a Dios por
darnos la fe, y conservarla en medio
de un estado de opinión programado donde
no se valora tal inteligencia ni tal
sabiduría.
St. 1,17-18. 2,22-27
“Poned en práctica la
palabra y no os contentéis con escucharla,
engañándoos a vosotros
mismos”
Con
su Palabra Dios ha entrado plenamente en relación con el hombre.
La
fe es práctica porque es relación permanente con Dios y el prójimo.
Mc.
7,1-8.14-15.21-23
“¿Por qué no caminan tus discípulos
según las tradiciones de los mayores”
Las
tradiciones eran el cumplimiento de una
pureza exterior desde
las prescripciones que, los Maestros habían hecho de los Mandamientos y de la
Ley dada a Moisés.
Dios
es quien les había dado la Ley y, Jesús vino a
cumplir hasta la última tilde, para sublimarla con el mandamiento del Amor.
·
¿Quiénes
tienen más dificultad para cumplir la ley?
Los
pobres, y éstos eran Jesús y sus discípulos, que no siempre podían lavarse las manos para comer, o tenían que coger espigas por el camino cuando no
tenían nada que llevarse a la boca.
La
misma pobreza obliga a veces no poder
cumplir la ley.
La Tradición
es
uno de los tres pilares, con la Palabra
de Dios y el Magisterio, con los que la Iglesia administra la Verdad divina que se le ha confiado.
Por
la Tradición conocemos la vida de las primeras Comunidades cristianas y
el fundamento de lo que se considera que ha sido dicho o querido por Jesús practicado por sus creyentes.
Veo
en esta palabra, “Tradición”, no
siempre acertada en su objetividad, uno
de los problemas más actuales dentro de la Iglesia católica.
Apoyados
en las tradiciones son demasiados los
grupos radicales que, apoyados en maestros detenidos en el tiempo, y con un poder que nadie les ha dado, pasan por encima del Magisterio
interpretando la Palabra, no para
unir, sino para separar. Quienes no pensamos así somos considerados
“que no estamos en el camino correcto”; ésto mismo le preguntaban los
fariseos a Jesús en relación, nada menos, con sus discípulos.
¿Por qué tus
discípulos no siguen la tradicción de nuestros anatepasados?
¿Por qué comen con las manos impuras?
Este
texto del Evangelio hoy nos ayuda a poder hacer un discernimiento de la vida
interior.
“Nada externo daña a la
persona”
El
mal brota del interior, de la intención que ponemos a nuestra
vida en sus palabras y actos. La intención no se ve, pero la conoce Dios.
· Todo lo que es causa de división personal y social, y
más dentro de la Iglesia, es el pecado que a
veces no queremos ver. Jesús pidió
al Padre que fuéramos uno.
· De
la relación objetiva que tenemos con
Dios, en Cristo y en la Iglesia, con todos los bautizados que la formamos y, la
comunicación que tenemos con los demás seres humanos deducimos la verdad o mentira de nuestra manera de ser.
La
realidad con que nos relacionamos, o las diferencias que
marcamos, hablan de nuestra bondad o de nuestra
indiferencia y falta de verdad.
La
vida es real, no es un ideal, ni una fantasía subjetiva.
Dios,
contra lo que muchos piensan, es el que
nos sitúa con los pies en la tierra que pisamos.
Ø No
tengamos ideas fijas, ni miremos el
pecado sólo desde un ángulo moral.
Ø Nada que entre de fuera puede hacer al
hombre impuro; lo
que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Jesús
nos dice lo que hace al hombre impuro.
Estas palabras acreditan “poder comer todos los alimentos”; como
un día se le dijo a Pedro en una visión para revelarle que el Espíritu Santo se
daba también a los paganos.
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos
de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son
preceptos humanos”
· Cristo
ha venido a cambiar el interior del hombre.
¿Dónde
apoyamos nuestra fe, y dónde y de quién la alimentamos?
F. Allara
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