domingo, 18 de agosto de 2024

   “YO SOY EL PAN VIVO 

QUE HA BAJADO DEL CIELO”   

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M


Animación a la lectura 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)


Proverbios 9,1-6

Efesios 5,15-20

Juan 6,51-58

51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo.”
52 Los judíos se pusieron a discutir unos con otros:
–¿Cómo puede este darnos a comer su propio cuerpo?
53 Jesús les dijo:
–Os aseguro que si no coméis el cuerpo del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida. 54 El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resucitaré el día último. 55 Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi cuerpo y bebe mi sangre vive unido a mí, y yo vivo unido a él. 57 El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él. De la misma manera, el que me coma vivirá por mí. 58 Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es como el maná que comieron vuestros antepasados, que murieron a pesar de haberlo comido. El que coma de este pan, vivirá para siempre"


XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO 

CICLO  -B


Parece que Jesús nos está diciendo lo mismo en estas últimas semanas.

Es el discurso del pan de la vida.

Jesús nos insiste, al final de su tiempo, hoy, porque el pan de la vida es lo esencial de la objetividad de la fe.

Este Pan es el que nos distingue entre los mismos cristianos, y no digamos de las dos mil religiones y filosofías humanistas.

Sólo los católicos afirmamos la objetividad de las palabras de Jesús en su realismo de Verdad.

Jesús le dio las llaves a Pedro; quiere decir que, la Iglesia católica posee la defensa de la Verdad revelada desde Jesús y desde el inicio de la Comunidad de creyentes en Él, por el testimonio de la Tradición, transmitido por los Santos Padre, comienzos de la vida cristiana.

”Yo Soy el Pan vivo bajado del cielo”

a)   Yo Soy, soy Dios, el idéntico que le habló a Moisés.

b)   Soy Dios vivo y personal, no una energía ni una idea de tu razón.

c)   Soy el Hijo enviado por el Padre.

Sólo esta frase nos habla del Dios de Abrahán revelado como Dios Uno y Trino.

“El que coma de este Pan vivirá para siempre”

Jesús nos habla al corazón: El que coma de este Pan, aceptando lo que digo, es la Fe con que ilumino tu razón, para que tu corazón confíe en Mí.

Comerlo sin fe, porque he ido a Misa, o a un entierro, o a una boda, es grave: no referido a un acto moral en sí, sino porque recibimos a Dios “teniendo las puertas del hogar cerradas” recibiéndole sin fe o rutinariamente.

“El Pan que Yo daré es mi carne para la vida del mundo”

Todos somos parte del mundo. Creer, meditar, amar y agradecer este Pan es lo que lleva a la conversión de lo que cada uno tiene de “mundanidad”.

“Si no coméis de este pan no tenéis vida”

Una cosa es “existir”, otra es “tener nuestra vida” y otra tener la medida de vida desde la fe en Cristo y, desde el Pan que celebramos y comulgamos.

“El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna”

En el pan y en el vino consagrado está en cada uno El Cristo total.

La vida eterna, según la fe, no es algo que llega después de la muerte, sino que Cristo a unido lo eterno con el tiempo. Creer es poseer la vida eterna.

La vida de los Santos nos transmite lo eterno en el tiempo; su vida es testimonio de lo que cree.

Morir es pasar a vivir lo eterno para siempre, quedando la muerte muerta.

“Y Yo lo resucitaré el último Día”

Una cosa es poseer la vida eterna y otra, la resurrección de la carne.

En Dios, que es Espíritu, todos seremos lo que somos: seres espirituales que, durante la vida, espiritualizamos el cuerpo; como Cristo y María, que están en la Gloria en cuerpo, alma y espíritu.

“Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre verdadera bebido.

Lo que acabo de decir sobre el hecho de la resurrección es lo que vivimos en la Eucaristía.

Cristo resucitado está en la Gloria en Cuerpo y alma y espíritu como Hombre verdadero que fue en la tierra. Este Cuerpo que murió en la Cruz es el que recibimos en espíritu y verdad.

En espíritu, porque desde el cielo sólo desciende el Hijo como Espíritu divino, que recibió el cuerpo desde la Maternidad de María, y el Pan que desciende es el de Cristo resucitado, que se nos da en espíritu y en verdad como comprobaron los Apóstoles y Tomas comprobando su objetividad humana.

“El que come, habita en Mí y Yo en él”

El efecto de la comunión no es el de comulgar y “digerir”, sino el de una relación de fe, de verdad y de amor, que conllevan la experiencia de una vida común entre Dios y el ser humano.

¡Qué grandeza si llegáramos a creer un poco lo que Dios nos permite celebrar de su Memorial de Muerte y Resurrección!

Todo es así porque “El Padre que vive me ha enviado”

Dios es La vida.

“Y Yo vivo por el Padre, del mismo modo, el que me come vivirá por Mí.

Estamos llamados no sólo a existir ni a vivir según la realidad del mundo y de nuestras propias circunstancias, sino que estamos llamados a vivir una vida según Dios en Cristo, que para esto ha sido enviado.

·       Dios es la razón de ser de nuestra existencia y de nuestra vida.

·       Dios es quien da sentido a la realidad de la vida, desde que nacemos hasta después de la muerte.

Por esto

“El que come este Pan vivirá para siempre”

Vivirá de forma diferente su existencia:

·       Con experiencia de lo eterno en el tiempo,

·       Y la esperanza de lo eterno en Dios según la fe y el amor con que agradece la gratuidad del Amor divino en Cristo, por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

·       Sin olvidar a María nuestra Madre y a S. José, custodio de nuestra vida y de nuestra buena muerte.

 F. Allara

 


SANTORAL DEL DÍA

s. Elena, emperatriz




MI CUERPO ES COMIDA










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