“SI EL GRANO DE TRIGO NO MUERE…”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
2 Corintios 9, 6-10 |
Salmos 111
Juan 12. 24-26
|
DÍA 10 AGOSTO CICLO -B
Es
importante que pensemos y meditemos las experiencias de la vida para
llegar a saber qué es vivir y porqué vivimos.
Si
hablamos del amor y de la muerte, ¡miremos no estar lejos de conocer la
trascendencia de ambas y su relación!
“La
muerte nos priva del don de la vida; el amor nos restituye a una vida mejor. La
muerte nos desposee del cuerpo; el amor tiene poder para arrebatar a la muerte
su presa y devolvérnosla. A la muerte nadie puede resistir; el amor es capaz de
vencerla y de confundir su victoria. El amor es fuerte como la muerte, porque
el amor de Cristo da muerte a la misma muerte”.
(De los tratados de
Balduino de Cantorbery)
Somos
muy dignos como seres humanos si esta dignidad procede de Dios. De
otro modo no dejamos de ser materia con
existencia temporal. ¡Como para enorgullecernos de lo que en realidad no somos!
Jesús,
que tantas veces nos habla del pan y del trigo, hoy nos dice:
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
infecundo”
El
grano
que se siembra ha de morir para dar
fruto.
El
grano de trigo
no sabe que tiene vida cuando el agricultor lo siembra, ni tiene conciencia de
que va a morir.
Los
seres humanos sí que tenemos conciencia de que hemos de morir. Precisamente porque somos conscientes
de la vida y, de la muerte sabemos que no
se trata de morir, sin más, para que demos fruto.
El
ser humano debe saber por qué vive y, debe libremente
optar sobre lo que pretende y
espera con su muerte, porque no somos un grano de trigo.
“Si el grano muere, da mucho fruto”
Esta
es la trascendencia desde la pura materialidad de la vida
pero, cuando se trata de nosotros está la conciencia, la inteligencia, la
voluntad y la libertad para decidir sobre
la vida y sobre la muerte.
“El que se ama a sí mismo, se pierde”
El
amor es el eje de la vida de los seres humanos.
¡Qué
difícil es conocer el amor y mucho más acertar a vivir desde él!
Nos
hemos de amar a nosotros mismos; lo cual exige conocer la objetividad del amor para no errar en la vida y en
nuestra relación con el prójimo.
Hay
que entender lo de “aborrecerse a sí mismo”.
Quien
se hace centro de la vida no ha conocido el amor,
ni se ama a sí mismo ni al prójimo, ni sabe que es causa de que los demás no le aprecien y que hasta en cierta manera
le aborrezcan.
Esto
indica no saber amarse a sí mismo, cuando todos necesitamos del aprecio de los demás.
“El que quiera servirme, que me siga,
y donde esté Yo, allí también estará mi servidor,
y será honrado por mi Padre"
Y
Cristo estuvo primero en el Calvario y después en su Gloria.
F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
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