sábado, 24 de agosto de 2024

EL LENGUAJE DE JESÚS NO ESCANDALIZA 

ES PALABRA DE VIDA ETERNA

 Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

Animación a la lectura 
PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer) 

Josué 24,1-2.15-18

Efesios 5,21-32

Juan 6,60-69

Palabras de vida eterna
60 Al oir todo esto, muchos de los que seguían a Jesús dijeron:
–Su enseñanza es muy difícil de aceptar. ¿Quién puede hacerle caso?
61 Jesús, dándose cuenta de lo que estaban murmurando, les preguntó:
–¿Esto os ofende? 62 ¿Qué pasaría si vierais al Hijo del hombre subir a donde antes estaba? 63 El espíritu es el que da vida; el cuerpo de nada aprovecha. Las cosas que yo os he dicho son espíritu y vida. 64 Pero todavía hay algunos de vosotros que no creen.
Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién el que le iba a traicionar. 65 Y añadió:
–Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no lo trae.
66 Desde entonces dejaron a Jesús muchos de los que le habían seguido, y ya no andaban con él. 67 Jesús preguntó a los doce discípulos:
–¿También vosotros queréis iros?
68 Simón Pedro le contestó:
–Señor, ¿a quién iremos? Tus palabras son palabras de vida eterna. 69 Nosotros sí hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios.


XXI DOMINGO T. ORDINARIO  CICLO  -B

Josué, en Siquém, reunió a todas las tribus y les planteó a qué Dios querían seguir, a los dioses de los amorreos, país donde ahora vivían, o al Dios que los liberó de la esclavitud del Faraón en Egipto.

“Nunca lo abandonaremos para adorar a otros dioses. Estamos decididos a adorar al Señor, que es nuestro Dios” (Recuerdan lo que el Señor hizo con ellos)

La fe es el reconocimiento de algún hecho que consideramos impropio de nuestra condición.

Fe es aceptar lo que se revela al espíritu, algo que trasciende nuestra propia vida.

Fe no es recitar el Credo sin plantearnos la primera frase: “Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra”, ni dar razones de lo que, de algún modo y en algún momento, hemos aceptado como un hecho que ha asombrado nuestro espíritu.

Jn 6,60-69

Doy gracias por ser miembro de la Iglesia católica, porque es la que interpreta los dichos y hechos de Dios y de Cristo Jesús, siendo Ella la garantía de la fe que Dios me regala.

Creer en el Dios de Cristo Jesús significa que, inicialmente “creemos en la Iglesia”, desde la que podemos leer el Evangelio porque es Cristo quien nos habla

Francisco de Asís lo entendió bien. Para él “el Evangelio era el mismo Cristo”.

“El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada”

Hay que interpretarlo. No se refiere al cuerpo, porque Dios lo creó bueno, como lo es todo el ser humano.

La carne no sirve para nada cuando nos quedamos con la sola razón para interpretar a Dios, en sus dichos y hechos. Es entonces cuando el lenguaje es duro e ininteligible.

Sin embargo, desde el mismo razonar natural, nuestra razón quiere lo que Dios nos da y lo desea.

·       La razón es capaz de llegar a los límites de la puerta de la fe, que desea vivamente.

·       La razón es buena y es capaz de llegar muy lejos y de aceptar la Luz que la ilumina, dando paso, a la pobre condición humana, a aceptar la fe, que no la reprime, sino que amplía su capacidad de conocimiento.

La carne es buena, pero necesita del Espíritu Santo que dé luz al espíritu humano.

No olvidemos que somos un ser “uno”, de cuerpo, alma y espíritu.

Muchos de los discípulos, “llamados” a seguir a Jesús, optaron por dejarle llevados de su razón, que no entendía el “lenguaje duro” de comer su Cuerpo.

¡Cuántos hoy siguen diciendo que son “cristianos” habiendo abandonado su “seguimiento” llevados por su razón, que piensa igual: “no entender la necesidad de comer el Cuerpo de Cristo”!

No conocen el significado del Amor más grande que se nos ha dado.

Además de ser inhabitados por Dios, Él quiere que comamos el Amor participando del Don más grande y objetivo de toda su Vida en la Eucaristía, donde Dios se hace carne en cada uno de nosotros, y nosotros divinizamos nuestra vida en la medida que lo creemos y amamos.  

Todo es espiritual y real, como fue la comprobación de su resurrección por los Apóstoles.

Ante la Vida de Jesús sólo cabe el silencio humilde; después el deber de razonar la fe. Es entonces cuando el lenguaje de Jesús no escandaliza, sino que el alma goza de creerlo y amarlo.

Hay que creer en Jesús no sólo cuando su lenguaje es duro, sino cuando nos dice que sus palabras son espíritu y vida, es decir, siempre son luz para nuestro espíritu.

Luz que llena de sentido todo nuestro ser de cuerpo y alma.

Siempre ha sido difícil interpretar la frase: “Si el Padre no os lo concede”. Pienso que tiene relación con la verdadera llamada y la respuesta de la vida al don de la fe en Cristo, y por tanto en Dios. Sin Cristo “no hay Dios”, dice S. Pablo.

Pienso que la verdadera “llamada”, como concesión del Padre para ir a Jesús, está en relación con el verdadero encuentro-conversión. Lo cual nos dice que, de la fe es Dios el verdadero y único dueño.

La vida y las palabras de Pedro nos lo confirman.

¿También vosotros queréis iros?. Simón Pedro le contestó:

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”

Sus palabras de fe eran relámpagos que el Padre le concedía y que, el Evangelio nos las expone más por ser la “Roca” elegida que por la conversión de Pedro.

El Padre dispuso que su encuentro verdadero con Jesús fuera después de su traición, aceptando la mirada de amor y perdón de Jesús, que encauzó su verdadera conversión.

Mientras en nosotros no haya una determinada determinación de ser de Jesús, a nuestra medida, podemos decir que somos buenos y creyentes, pero no es aún el tiempo de nuestra verdadera conversión-encuentro con Jesús.

La vida de la fe nos plantea la verdad de nuestra humildad ante Dios y ante la vida.

Es condición indispensable para entender las cosas de Dios y recibir el don de la sabiduría, que es aceptar la Verdad del contenido de nuestra fe que recitamos en el Credo, como he dicho al comienzo. Sólo Dios sabe cuándo es el tiempo del verdadero encuentro con Jesús.

Ef. 5,21-32

Pablo habla desde lo que sabe sobre qué es la Iglesia de Cristo y lo que Cristo hace como esposo de la esposa, que es la Iglesia. Desde este razonamiento hay que interpretar las palabras de Pablo.

Las esposas son signo y figura de la Iglesia y el marido, signo y figura de Cristo.

Cambia todo el sentido interpretativo viendo la responsabilidad de cada uno, y de su vida en conjunto. El marido y la mujer son signo desde el Sacramento del matrimonio.

En amor no hay sumisión ni obediencia, sino una libertad que opta por “ser uno” con quien se ama. Por esto, en esta carta, habla de la responsabilidad de los esposos y de los hijos.

Nunca, ni del mismo Pablo, debemos interpretar, desde el Evangelio, una superioridad del marido y una sumisión de la esposa.

Desde el principio declaró Dios la igualdad de ser humano, en dignidad, derechos y responsabilidades del hombre y de la mujer, siendo un solo ser, en el que ambos son complemento de sus propias vidas.

La mujer nunca es el complemento del hombre, sino que ambos están llamados a vivir en la unidad de una sola carne, como expresión de una vida en total integridad de entrega y aceptación, a imagen de la Vida trinitaria.    

 F. Allara    

                                                                                                                                                  

 SANTORAL DEL DÍA 

s. Ludovico (Luis IX), rey de Francia





SEÑOR A QUIEN IREMOS




 


 


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