jueves, 15 de agosto de 2024

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

 Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M


 Animación a la lectura 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)


Apocalipsis 12,1-6.10

1 Corintios 15,20-27

Lucas 1,39-56

María visita a Isabel
39 Por aquellos días, María se dirigió de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, 40 y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se movió en su vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. 42 Entonces, con voz muy fuerte, dijo Isabel:
–¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! 43 ¿Quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor? 44 Tan pronto como he oído tu saludo, mi hijo se ha movido de alegría en mi vientre. 45 ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!
El cántico de María
46 María dijo:
“Mi alma alaba la grandeza del Señor.
47 Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
48 porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava,
y desde ahora me llamarán dichosa;
49 porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
¡Santo es su nombre!
50 Dios tiene siempre misericordia
de quienes le honran.
51 Actuó con todo su poder:
deshizo los planes de los orgullosos,
52 derribó a los reyes de sus tronos
y puso en alto a los humildes.
53 Llenó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
54 Ayudó al pueblo de Israel, su siervo,
y no se olvidó de tratarlo con misericordia.
55 Así lo había prometido a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus futuros descendientes.”
56 María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa"


DIA 15 AGOSTO  CICLO  - B

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA


Una alegría inmensa y natural recorre mi alma al pensar que, María, la Madre de Dios, está en cuerpo y alma en los cielos

¡Qué otro lugar podía ser el mejor, para la Corredentora por ser la “llena de Gracia”, la llena de Dios y de Amor divino, que la Gloria de la Trinidad!

No podemos presumir de nuestra vida para alcanzar Misericordia y Salvación.

Dios fue quien hizo a María merecedora de tal Gracia por la vocación única a la que fue llamada.

La fe nos da la visión de la totalidad de la Realidad de Dios. Nosotros somos quienes hemos de encuadrar cada fiesta de Jesús y de María, dentro de esta visión de conjunto.

Cada fiesta no es un acontecimiento aislado, sino la celebración en presente de un hecho extraordinario del Amor divino.

No podemos celebrar a María si no creemos en Dios Uno y Trino.

Como también es imposible no celebrarla si reconocemos  su vida, su amor y sus sufrimientos de Madre del Redentor.  

De Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo conocemos su Amor por su revelación, y entendemos, desde este Amor que, para reconciliarnos quiso visitarnos en Persona enviando el Padre al Hijo, nacido de Mujer.

Por nuestra fe católica, que vive este acontecer histórico de Dios con el hombre, hoy podemos celebrar la Fiesta del final de esta Mujer que, como Madre Dios y Madre de la Iglesia y de la Humanidad asumida por Cristo, llega en cuerpo y alma a la Gloria del Dios.

De este modo  creemos y celebramos lo que significa para la Iglesia el hecho de la Asunción de María.  

En el Monte Sión, en Jerusalén, lugar de privilegio en la Historia de la Salvación, tuvo lugar la muerte como dormición del alma de la “llena de Gracia”.

S. Juan Damasceno dice: “No llamaremos muerte a tu partida santa, sino una dormición, o un viajar fuera, un volver a casa”.

Los Apóstoles dejaron su cuerpo dormido muy cerca del Huesto de Getsemaní desde donde fue llevada, en cuerpo y alma, a la casa del Padre.

Ap. 11,19a; 12,1-6

En este texto vemos: El arca de la Alianza, una mujer y un dragón.

·       La mujer encinta personificaba a Israel en los sufrimientos y las pruebas que debía vivir, como Pueblo elegido, mientras esperaba la era mesiánica.

·       La mujer encinta es signo del Pueblo fiel a Dios aceptando los dolores de parto, que supone toda vida confiada a las manos de Dios.

El culto a María Asunta fue a partir del s. IV.

·       La mujer en cinta se le atribuye a María desde la Encarnación del Verbo.

·       El dragón es signo de todo lo que pretende apartar al ser humano del amor de Dios. El dragón, deseando devorar al niño, es visto por los Profetas como la pretensión de matar al Mesías desde su nacimiento.

·       La salvación de la mujer y del niño son un preludio de la Fiesta que celebramos, porque Dios ha vencido al mundo.

La fidelidad de Cristo ha derrotado al dragón; y las Fiestas que celebramos son consecuencia y signo de la Pascua, del paso de Dios por nuestro mundo inaugurando el Reino de los cielos en medio de nosotros.

Así es como queda establecida la Fiesta de la Asunción de María dentro del contexto de la obra de Salvación que la Trinidad ha realizado por voluntad del Padre, por medio del Hijo y que, el Espíritu Santo lleva a su término.

El Amor de Dios es de eterna Misericordia y, su deseo es que todos los seres humanos lleguen a la Gloria que promete a los que le creen, le aman, y también al prójimo como hermano semejante.

Lc. 1,39-56

El Evangelio nos habla del amor de María que, habiendo concebido al Hijo de Dios, no duda en levantarse e ir deprisa a ayudar a su prima Isabel, que también espera a un hijo, el precursor del Mesías.

Una vez más vemos que Dios no tiene los criterios del mundo, ni los que tenía su Pueblo en los tiempos de Jesús y María.

Una niña, una Mujer, fue elegida por Dios para ser Madre de su Hijo; y una anciana estéril para ser madre de Juan Bautista, “el hombre más grande nacido de mujer”

De María no hace falta resaltar la fe, la humildad y el sentido de obediencia y fidelidad a la voluntad de Dios.

Meditemos la trascendencia que tiene, “para el sentido de la libertad”, su respuesta a la vocación pedida: “He aquí la esclava del Señor”.

El Magníficat es el canto de agradecimiento de María.

“¡Dichosa tú que has creído!”

Oremos a María Asunta al Cielo:

María Madre, María Reina, María refugio de pecadores.

¡María, míranos con tu corazón de Madre; guíanos por el CAMINO, que es JESÚS, hasta llegar como tú a la Gloria del Padre. Tú que eres signo y figura de lo que ha de llegar a ser la Iglesia, por ser parte de Ella, como miembro único y singular por voluntad divina!                             

F. Allara


SANTORAL DEL DÍA 

s. Estanislao Kostka, jesuita



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