BAUTISMO DE JESÚS EN EL JORDÁN
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
7 En su proclamación decía: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo.” Jesús es bautizado 9 Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. 10 En el momento en que salía del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. 11 Y vino una voz del cielo, que decía: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido.” |
BAUTISMO DE JESÚS CICLO -B
¿Quién es este Jesús que hoy celebramos siendo bautizado por Juan en el Jordán?
Sabemos
quién es; la pregunta no va tanto desde no saber, sino a contemplar a este hombre que se acerca a Juan para ser bautizado.
Jesús
había vivido con María y José. Después de muchos años con su Madre, de su trabajo de carpintero aprendido de su
“padre” según sus coetáneos, siendo uno
de tantos con ellos en Nazaret, se
presenta ante Juan poniéndose a la fila de los pecadores que deseaban
recibir el bautismo de purificación que administraba Juan.
Mientras Juan era la voz que grita en el desierto,
Jesús, como dice Isaías, “no
grita, no alza la voz, no se hace sentir por las calles, no rompe la caña
cascada, ni apaga la llama de la vela que vacila”
Sobre
Él dirá el Padre:
“Eres
mi Hijo, mi amado, en ti me complazco”.
Entre muchas cosas vemos:
1. Que el Padre se dirige a Jesús de
Nazaret, el Cristo, para ratificar su vocación y su misión de Mesías.
El
Hijo unigénito y Jesús es la misma Persona divina con dos Naturalezas.
El
Padre
no se dirige a su Hijo que engendra
eternamente, sino a Cristo como Mesías,
al que vemos en su Humanidad y conocemos y creemos, a Jesús de Nazaret.
2. Sus palabras no
van dirigidas a Juan Bautista, que
es testigo de lo que ve y oye, sino a Jesús y a nosotros, por medio de Juan,
para que creamos que Jesús de Nazaret es
el Cristo enviado por el Padre para liberarnos, reconciliarnos y salvarnos.
Este
bautismo en el Jordán es la ratificación de Jesús como Mesías, y
nos indica, desde Isaías, cómo va a ser y a vivir Jesús como enviado del Padre, como Mesías.
Su
propio Bautismo será en el Calvario, donde su Humanidad que asumió nuestra
Naturaleza humana en la Encarnación, es bautizada por su misma Sangre, a la vez que
somos bautizados y redimidos nosotros en este mismo Bautismo en el
Gólgota.
¿Me
permitís una cercanía relacional? La predicación pienso que
ha de ser cercana, que sea una relación desde el espíritu mutuo, desde la
Palabra de Dios.
Cuando
fui bautizado
no estaba ni mi padre, que estaba en
Libia, muy pronto para morir en la segunda guerra mundial y no estaba mi madre, porque en aquel entonces, las madres debían
estar un tiempo purificándose a
ejemplo de María, cuando habían tenido un hijo. (¡Purificarse del sufrimiento
de parir un hijo!. Bien dice S. Pablo
que la Ley mata y el espíritu libera).
Lo
digo porque, igual como nuestro nombre
de pila tiene su sentido y su signo, puede que nuestro bautismo también sea un
posible signo, a semejanza de Jesús, de lo que puede marcar nuestra vida, según Dios.
El
texto de los Hechos que hemos proclamado viene a decir lo que decía
ayer S. Pablo en su carta a los efesios.
Dios
se ha revelado para ser el Padre de todos en Cristo,
porque no tiene acepción de personas.
Nos
ha creado a todos para que, por el “CAMINO” que es Cristo, lleguemos a
participar eternamente de la Gloria divina de la Trinidad.
Nos
recuerda que fue Ungido con el Espíritu
Santo, que encarnó al Hijo como esposo de María y pasó por el mundo haciendo el bien…
porque Dios estaba con Él.
Seamos
por Gracia de Dios contemplativos para saber mirar al cielo, como los Magos, no para quedarnos
sólo maravillados de su belleza, sino para
querer ver los cielos abiertos y
creer que, desde el Cielo Dios ha
hablado, el Hijo ha descendido y el Espíritu Santo habita en nosotros; es
decir, que la Trinidad se ha
familiarizado con la Humanidad, hasta llamarnos hijos y “lo somos”, como
dice Juan, por nuestro bautismo.
En
este día agradezcamos el don de haber
recibido este Sacramento que nos ha hecho:
·
Miembros del Cuerpo resucitado de
Cristo
·
Hijos en Cristo Jesús, siendo amados con predilección por el
Padre
·
Que el Espíritu Santo habite en
nosotros y
en Él, que esté presente la Trinidad.
·
Que seamos miembros de la Iglesia en el
mundo,
para ser testigos de este Misterio que se nos ha revelado, como
decía ayer S. Pablo. A pesar de tal dignidad que sólo Dios nos ha podido dar a todos los seres humanos,
Hagamos
nuestras las palabras de Juan Bautista, por más que ahora mismo
celebramos a Jesús resucitado, de quien hemos proclamado su Palabra y vamos a
participar del Pan bajado del cielo, a quien debemos tratar con toda confianza
y amor, y con Él y por Él dirigirnos al Padre, pero repito, no olvidemos las
palabras de Juan Batista:
“Viene el que es tan poderoso
que yo no soy
digno de desatar la correa de su calzado”
Saberse
esclavo de Dios, como María, es
haber entendido el sentido de la libertad y la verdad de la relación que Dios
permite con Él, desde el Amor aprendido de Jesús.
Que
sintamos la voz del Señor sobre las aguas, como
se cernía el Espíritu al comienzo de la Creación. (Salmo 28)
F.
Allara
Sintiéndonos niños
recordamos la Acción del Bautismos en nosotros
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