EL DON DEL ESPÍRITU,
CUALIDAD DEL ALMA
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
DÍA 7 MARZO CICLO -C
Si
ayer dábamos gracias por el don del alma, hoy las damos por el Don del Espíritu, que guarda la vida “una de cuerpo y alma”.
Dios
es pura simplicidad, y lo contiene todo sin que nada sea Él.
Siendo
Espíritu, en
sus tres Personas de la misma Naturaleza,
permanece siendo el Otro en nuestra alma creada para ser su
habitáculo en todos y cada uno de los seres humanos de forma individual.
Sólo
quien decide caminar hacia dentro -decisión no apta para
quien tiene su vida solo para deslizarla por la pendiente exterior- puede experimentar, lentamente,
su propia riqueza interior, y escuchar en su silencio la
voz de las presencias exteriores con más claridad que tocándolas con las
manos, o viéndolas con sus ojos. La presencia
de lo exterior es real en nosotros cuando lo es en nuestro espíritu.
¡Esta
es la riqueza del espíritu!, que hace posible ser
rico desde ser pobre.
Puede
ocurrir que, muchas de las criaturas del
exterior -y por desgracia muchos seres humanos “no
existen”- al no ser advertidas
en nuestro interior.
Dios
es lo Real fuera y dentro de
nosotros;
pero puede “no existir” en la vida que sólo se dedica a ver, sentir y
tocar, y no estrena su espíritu en su vertiente interior; no advierte que, ver, tocar y sentir es vida espiritual.
Cuerpo
y alma, en su unidad, necesitan su propio alimento diferenciado, con
la advertencia de que, puede resistir más el cuerpo de su propio alimento que
el alma. (Lo han dicho quienes tienen
experiencia del hecho).
Es lógico desde la fe. Quien da la vida al cuerpo es
el alma y no al revés.
Lo
que ocurre es que, fácilmente se ve la estrechez corporal cuando no
recibe el alimento adecuado, y no la estrechez de la vida del alma cuando se la deja sin su alimento preciso y
necesario.
Dicen los discípulos de Juan:
“¿Por qué nosotros, y los fariseos
ayunamos a menudo y,
en cambio, tus discípulos no ayunan?”
1.
Digamos
que, si alguien ayuna debe ser por alimentar su espíritu; porque ayunar el cuerpo sin que crezca el
amor a Dios y al prójimo es un absurdo espiritual.
2.
Los discípulos de Juan y los fariseos no
tenían en su espíritu a Jesús, como podemos no tenerlo nosotros; y es lógico entonces que, o bien se ayuna por ley o
se considera innecesario e incluso inconveniente para la vida corporal.
La respuesta de Jesús es lógica; sería un absurdo hacer duelo mientras se
disfruta del amor del amado en presente.
“¿Pueden guardar luto los amigos del esposo,
mientras está con
ellos?”
El ayuno de los que seguían a Jesús, escuchándolo y aprendiendo de Él, era el que no podían entender los
discípulos de Juan ni los fariseos.
Se
ayuna por el espíritu, para que Dios y el prójimo sean presentes.
La añoranza del amado sólo es real en quienes
lo tienen vivo y presente en su
interior.
¡Demasiados humanos “no existen” por no ser advertidos
por el espíritu de “los suficientes”, que no sienten el hambre de
amor de los que sufren!
Triste contradicción: lo real puede “no existir” en quien no lo vive en su interior.
¡Es la sorpresa de ver otro mundo desde
la vida interior!
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
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