“NO HAY NADIE BUENO MÁS QUE DIOS”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Eclesiástico 17,24-29
Marcos 10,17-27
DÍA 3 MARZO CICLO -C
Hace
unos días hablábamos de los dioses impersonales; a ninguno se le puede aplicar el
atributo de ser único en bondad; y ayer dije que, practicar es tener habitualmente trato de amistad con Jesús,
porque ser creyente es saber que
Cristo vive; no hablamos de un personaje histórico, sino de Dios con
nosotros, ahora y aquí.
Nuestra
pretensión de ser centro es la que encasilla al prójimo
privándonos de su conocimiento y de una posible relación de amistad. Este defecto puede ser real también con
Jesús, y si es mala costumbre entre humanos, más lo es ante Jesús, quien merece ser conocido,
aunque sea por tener cultura sobre Él.
Cuando Jesús salía al camino, el
hecho de acercarse uno corriendo, significa tanto la preocupación de su
conciencia como la confianza de acercarse aprovechando su paso; lo
observamos en creyentes y paganos en su tiempo.
¿A qué llamamos vida
espiritual los creyentes cristianos católicos?
No
siempre es el fruto de un habitual trato
de amistad con Jesús desde la fe.
El hombre,
que nos relata el Evangelio de hoy, se
acercó a Jesús para tratar un problema de conciencia, que era
nada más y nada menos que, el deseo
de alcanzar la vida eterna después de ser fiel cumplidor de lo
que mandaba la Ley y los Mandamientos.
Maestro bueno,
¿Qué
haré para heredar la vida eterna?
¿Por qué me llamas bueno?
No hay nadie bueno más que Dios”
Lo
eterno le corresponde solo a Dios; a nosotros, en
su realidad, en la medida de nuestra fe en su Misericordia.
¿Eres
indiferente ante el futuro y ante la vida eterna, o qué aceptas ante
el deseo de ser inmortal?
La
respuesta que demos puede significar “fruncir el ceño y
marchar” por ser muy ricos.
No
pasemos por alto el
gesto de Jesús, como lo hacemos con la Palabra de Dios muchos
días, sin meditarla, menospreciando la vida y el tiempo.
“Jesús se lo quedó mirando,
lo amó y le dijo: “Una cosa te
falta”
Si eres tan bueno, si te consideras tan dado
en servicio, si crees que Jesús está realmente satisfecho de tu vida, atrévete a contemplar que te mira con amor y te dice:
“Una cosa te falta”
¿Qué nos cuesta dar de nuestra vida y confiar
para ser verdaderos discípulos seguidores de Jesús?
“¡Qué difícil les será entrar
en el Reino de los cielos
a los que tienen riquezas!”
Entrar en el Reino de los cielos es conocer a Jesús, ahora en el aquí de
nuestro tiempo; el cielo viene después de lo hecho en este mundo.
La riqueza en sí misma no es mala. Lo malo es
idolatrarla y pretender fundamentar la seguridad de la vida sobre
ella. Nosotros la hacemos mala.
Cada uno debe considerar cuál es la
riqueza que le da la espalda a Jesús.
No juzguemos a este hombre, porque esta
persona somos tú y yo.
·
La inmortalidad como salvación eterna, de ser
en Dios, no es posible alcanzarla ningún ser humano. Nos salva la Misericordia divina.
· El rostro humano de la Misericordia divina es Jesús.
F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
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