“ES NECESARIO ORAR SIEMPRE,
SIN DESFALLECER”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
5 minutos en nuestro "día a día"
Sabiduría 18,14-16.19. 6-9
Lucas 18,1-8
Parábola de la viuda y el juez 18 1 Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre y no desanimarse. 2 Les dijo: “Había en un pueblo un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. 3 Y en el mismo pueblo vivía también una viuda, que tenía planteado un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su adversario. 4 Durante mucho tiempo el juez no quiso atenderla, pero finalmente pensó: ‘Yo no temo a Dios ni respeto a los hombres. 5 Sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, le haré justicia, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia.’ ” 6 El Señor añadió: “Pues bien, si esto es lo que dijo aquel mal juez, 7 ¿Cómo Dios no va a hacer justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? 8 Os digo que les hará justicia sin demora. Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?” |
·
Orar,
para
un creyente, es como el aire que
necesitamos para vivir.
La
existencia es humana
porque somos conscientes de que vivimos; pasar
de la pura existencia a una vida personal depende de cada
uno.
Ayer
comentamos que, “la vida no se puede
guardar”, por ser la realidad siempre presente que nadie
puede prescindir.
El
ser humano no puede “vencer su propia vida” porque lleva el sello la
inmortalidad
y, desde la fe, ha sido “Cristo el único
Hombre que ha vencido la muerte”. ES
la misma PALABRA DIVINA que nos ha dado
la vida; desde entonces, “morir es resucitar a una vida que no conoce
la muerte”.
- Esta
es nuestra fe;
no se apoya en verdades
ideológicas, ni en sentimientos subjetivos, ni en los avances de la ciencia,
que agradecemos y valoramos, sino en un
Dios real y personal que se ha identificado ante nosotros.
-
Nuestra
fe es la aceptación personal de Dios conocido en la Humanidad
de Jesús,
Dios
y Hombre verdadero.
· Fe es entrar en relación de comunión
con Jesús.
- A esta relación de vida y de comunión,
por el amor que la motiva, es lo que
llamamos oración.
Nuestras
relaciones humanas
llegan a un grado de conocimiento,
de amistad y de amor en la medida en que, existe una mutua credibilidad y un trato personal de comunicación íntima y habitual.
La
existencia humana pasa
a ser vida y convivencia con los demás
cuando hay una relación semejante a
lo que, en fe, llamamos vida
espiritual y oración.
- Esta semejanza de lo que es
la oración para la fe, lo
es para el crecimiento personal y para cualquier opción de vida y de
convivencia.
- Si
orar es imprescindible para vivir la fe,
que es mantener viva la relación de
Dios con nosotros, antes que la nuestra con Dios, esta fe y esta forma de relación,
a semejanza de vida oracional, es
necesaria para mantener la vida personal y la vida de comunión con los demás.
Es
tanta la importancia de la vida
orante para la fe y su semejanza con las relaciones humanas que,
advertimos que orar tiene su objetividad.
- Esta objetividad viene de saber
que, “en toda relación no estamos solos”
Lo
primero que debemos asentir es que nadie
se realiza solo; vivir en soledad es después de haber hecho
opción de vida que incluye
ser-con-los-demás. La vida personal crece cuando es vivida con
los demás en verdad.
- Sin este asentimiento no hay madurez
humana capaz de aprender a convivir.
De
ahí que, en aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que, es necesario orar siempre, sin desfallecer.
En
nuestro trato con Dios, sea en oración personal o
comunitaria, la verdad de la oración
pasa por aceptar que Dios es real y el
prójimo también.
Orar
no es elevarse a un castillo de soledad.
Orar
con Dios, como
vivir en familia o en comunidad, es aceptar
al Dios real, al prójimo real y la vida en su realidad.
Somos
en vida espiritual lo que somos
ante Dios y el prójimo.
Federico
Allara
SANTORAL DEL DÍA
·
Orar,
para
un creyente, es como el aire que
necesitamos para vivir.
La
existencia es humana
porque somos conscientes de que vivimos; pasar
de la pura existencia a una vida personal depende de cada
uno.
Ayer
comentamos que, “la vida no se puede
guardar”, por ser la realidad siempre presente que nadie
puede prescindir.
El
ser humano no puede “vencer su propia vida” porque lleva el sello la
inmortalidad
y, desde la fe, ha sido “Cristo el único
Hombre que ha vencido la muerte”. ES
la misma PALABRA DIVINA que nos ha dado
la vida; desde entonces, “morir es resucitar a una vida que no conoce
la muerte”.
- Esta
es nuestra fe;
no se apoya en verdades
ideológicas, ni en sentimientos subjetivos, ni en los avances de la ciencia,
que agradecemos y valoramos, sino en un
Dios real y personal que se ha identificado ante nosotros.
-
Nuestra
fe es la aceptación personal de Dios conocido en la Humanidad
de Jesús,
Dios
y Hombre verdadero.
· Fe es entrar en relación de comunión
con Jesús.
- A esta relación de vida y de comunión,
por el amor que la motiva, es lo que
llamamos oración.
Nuestras
relaciones humanas
llegan a un grado de conocimiento,
de amistad y de amor en la medida en que, existe una mutua credibilidad y un trato personal de comunicación íntima y habitual.
La
existencia humana pasa
a ser vida y convivencia con los demás
cuando hay una relación semejante a
lo que, en fe, llamamos vida
espiritual y oración.
- Esta semejanza de lo que es
la oración para la fe, lo
es para el crecimiento personal y para cualquier opción de vida y de
convivencia.
- Si
orar es imprescindible para vivir la fe,
que es mantener viva la relación de
Dios con nosotros, antes que la nuestra con Dios, esta fe y esta forma de relación,
a semejanza de vida oracional, es
necesaria para mantener la vida personal y la vida de comunión con los demás.
Es
tanta la importancia de la vida
orante para la fe y su semejanza con las relaciones humanas que,
advertimos que orar tiene su objetividad.
- Esta objetividad viene de saber
que, “en toda relación no estamos solos”
Lo
primero que debemos asentir es que nadie
se realiza solo; vivir en soledad es después de haber hecho
opción de vida que incluye
ser-con-los-demás. La vida personal crece cuando es vivida con
los demás en verdad.
- Sin este asentimiento no hay madurez
humana capaz de aprender a convivir.
De
ahí que, en aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que, es necesario orar siempre, sin desfallecer.
En
nuestro trato con Dios, sea en oración personal o
comunitaria, la verdad de la oración
pasa por aceptar que Dios es real y el
prójimo también.
Orar
no es elevarse a un castillo de soledad.
Orar
con Dios, como
vivir en familia o en comunidad, es aceptar
al Dios real, al prójimo real y la vida en su realidad.
Somos
en vida espiritual lo que somos
ante Dios y el prójimo.
Federico
Allara
SANTORAL DEL DÍA
s. Alberto Magno, obispo y doctor
de la Iglesia, dominico
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