“LOS DISCÍPULOS DE JUAN
AYUNAN Y REZAN”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIO1-8S
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Colosenses 1,15-20 |
DÍA 5 SEPTIEMBRE CICLO -C
Los
miembros de todas las Religiones, y de las sectas, cumplen con todo lo que les prescribe su fe ahora también;
y nos admirarnos de su cumplimiento puntual, sin temor al que dirán.
Somos los miembros del Cuerpo de
Cristo,
pertenecemos a Él por el bautismo, los que no llevamos del todo bien el rezo y la penitencia; la
mayoría no hemos entendido ni profundizado, o no se nos ha educado, o no hemos
querido ser educados en “saber lo que somos por el bautismo” recibido gratuitamente
“en y por la Iglesia”, que es la
visibilidad de Cristo resucitado.
Pensemos
que es nuestra vida la que ofrece “la visibilidad de Cristo” seamos
o no creyentes;
Como
bautizados
somos parte de su Cuerpo y, no hay justificación por el hecho de no haber
contado con nuestra aceptación.
Desde
la Verdad de Cristo no hay razones para tal justificación; mayor es la
responsabilidad de conocerlo, para razonar la fe, la duda o la negación.
Los
fariseos y escribas le dicen a Jesús que
sus discípulos “no ayunan ni rezan” y
añaden:
“Los tuyos, a comer y a
beber”
Los discípulos de Jesús eran del mismo Pueblo que los escribas y
fariseos, por tanto, eran cumplidores
en rezo y penitencia, como ellos, hasta
que vieron la manera de rezar y de
ser penitente Jesús y, le piden que les enseñe a rezar.
Lo de comer y beber mejor se lo podían atribuir a ellos y, puede
que nos vaya mejor también a nosotros que a los discípulos de Jesús.
El rezo, y cualquier modo de realizar algún acto de
sacrificio, en las Religiones
puede ser el modo y medio obligado de cumplir la Ley; para Jesús era la manera de
corresponder al Amor del Padre, desde
la necesidad espiritual de encontrarse
con Él para cumplir su voluntad; entendiendo la obediencia como un
acto de libertad para saber amar a Dios, sobre todas las cosas, y revelarlo con el amor y el perdón al prójimo “amigo
o enemigo”.
La respuesta de Jesús hay que meditarla, porque Jesús “está y no está”.
“Llegará el día en que
les arrebaten al Esposo,
entonces ayunarán”
Jesús, con su Ascensión, volvió donde
nunca había dejado de ser; el Ser
divino trinitario nunca deja de ser uno.
Dios se hizo visible en la Humanidad de
Jesús y, desde esta Humanidad divina y
humana, nosotros “estamos” con Dios en el cielo, mientras somos la visibilidad de su Presencia en
el mundo.
Querer saber lo sublime de nuestra fe exige la responsabilidad de conocer lo que
somos. No busquemos la justificación fácil, como
es el pensamiento débil del mundo actual.
Cristo Jesús es la razón de ser de nuestra
vida humana y de fe.
Seamos consecuentes con lo que es la verdadera oración, la relación habitual de
encuentro con Él; y
entendamos que, en amor no hay penitencia,
sino medidas de amar a Dios y al prójimo.
Federico Allara
SANTORAL DEL DÍA
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