HE ENCONTRADO LA OVEJA
QUE HABÍA PERDIDO
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Haz Clic en los textos para leer y orar
Ezequiel 34,11-16
Lucas 15,3-7
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DÍA 27 JUNIO CICLO -C
Los creyentes cristianos celebramos
solemnemente la Fiesta del Corazón de Jesús; en la Cruz le fue
traspasado el costado, con la lanza, para comprobar que realmente había muerto.
El centurión verificó la muerte de Jesús, pero la sorpresa de ver salir Sangre y
Agua de su costado abierto convirtió
su frio corazón en testigo: vio y creyó.
La Iglesia nos propone pensar, en esta fiesta, en la parábola de la oveja perdida; Jesús la dijo a los fariseos
y a los escribas.
“¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas
y pierde una de ellas…?”
Advierte que, tener cien ovejas es “ser
rico”; en tiempos de Jesús abundaba la pobreza, como observamos hoy que, cada
día hay más y más miseria.
Los pobres “no pueden perder nada” porque
casi no tienen nada y sí necesitados, quizás, de lo necesario.
Quienes podemos perder algo y, a veces de
mucho valor, somos los ricos.
No miremos la riqueza sólo en los bienes
materiales, sino también en los bienes espirituales;
a todos nos han sido dados para
el bien común.
Tal vez, de lo que más nos tenemos que
examinar es de los bienes espirituales.
1. Son
bienes personales para la edificación de la propia singularidad; perderlos o usarlos mal es destruir la razón de ser y el sentido de nuestra propia
personalidad; con el riesgo de caer en dudas y angustias innecesarias.
2.
Estos bienes espirituales nos han sido
dados a todos los seres humanos y…¡cuántos no pueden llegar a trabajarlos y
llegar a ser personas dignas en la Sociedad; son responsables quienes piensan
que, tienen poder para robar lo más sagrado de la vida del prójimo.
“¿Quién no deja las noventa y nueve y
va tras la descarriada, hasta que la encuentra?”
Por cualquier cosa perdida, si es de nuestro aprecio, dejamos todo como olvidado, por la seguridad de tenerlo, y buscamos ansiosos lo perdido.
La medida de “sensatez humana” es la
que valora los bienes espirituales, propios de todo ser humano, al
margen del mundo de las creencias.
El ser humano es un bien espiritual en sí mismo.
La pérdida de estos bienes singulares, o la indiferencia en que son valorados y
vividos, son la causa de no “ser lo
que podemos y debemos” o la medida de una “inestabilidad humana”,
que hace perder el sentido de la vida.
¿Miramos el “no perder algún bien personal
esencial”, que nos llevaría “a la nada de una existencia”?; esto es más importante que preocuparnos de “no perder
una “oveja”.
Podemos entender al Amor divino cuando dice
Jesús:
“Hay más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse” cuando ve cómo parte de la Humanidad, mucha de ella sin culpa, anda descarriada.
Llegar a ser humanos, capaces
de amarnos, ayudarnos, perdonarnos y ser agradecidos, es la "primera
conversión" para que lleguen las demás.
Federico Allara
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
SANTORAL DEL DÍA
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