“JESÚS SE ABRIÓ PASO ENTRE ELLOS
Y SEGUÍA SU CAMINO”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Lucas 4,24-30
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DÍA 24 MARZO CICLO -C
Jesús
vivió muchos años en Nazaret con María y José; sus coetáneos consideraban
que eran sus padres.
Allí
creció, aprendió el oficio de su padre y les obedeció,
desde los doce años, después del misterio de haberse perdido en
Jerusalén, en la casa de su Padre dialogando
con los Maestros de la Ley en el Templo
La
llegada del Mesías era esperada desde siglos, y era un “sentir
común” por todos los hijos del Pueblo liberado de Egipto.
Para
el pueblo hebreo ser creyentes, del Dios liberador
y ser Pueblo, social, política y económicamente, era
y es una misma cosa;
que también lo debería ser entre
nosotros como miembros de Cristo, siendo
Iglesia. Sin embargo, nosotros lo vivimos todo separadamente y
muy habitualmente confundido.
Cuando
Jesús,
en un gesto de amor al pueblo donde creció, les quiso decir quién era, realmente, fue el primer rechazo
como signo de lo que iba a ser toda su vida de mesianismo.
“En verdad os digo que
ningún profeta es aceptado en su
pueblo”
Cuánto más nos conocemos más difícil es
aceptar lo que asentimos de
cualquier persona de fuera de casa. Es un error humano muy habitual, olvidando
que Dios se manifiesta cuando
menos lo esperamos, a veces de quien nos puede parecer imposible y de la
manera más extraña.
Como personas, no digo sólo como creyentes, esperamos lo que necesitamos que nos llegue donde nosotros pensamos,
cuando lo podemos recibir a la puerta de casa, e incluso dentro de ella.
Jesús les recuerda que en tiempos de Elías
había muchas viudas en Israel,
“Pero fue enviado a una viuda de Sarepta,
en el territorio
de Sidón”
Le siguió el profeta Eliseo, existiendo en
Israel muchos leprosos, pero
“Ninguno de ellos fue curado,
sino Naamán, el sirio”
No nos gusta reconocer que, Dios nos envía mensajeros dándonos
razones con hechos y momentos concretos, que no podemos negar “si
sabemos ver”
“Al oír esto, todos en la sinagoga
se pusieron furiosos y, levantándose,
lo empujaron fuera del pueblo”
Del aprecio y de la admiración se puede pasar
a la violencia agresiva si
nos dejamos llevar del sentimiento, y no de la razón y de la madurez del
corazón.
Otro signo de lo que iba a suceder más tarde; las autoridades furiosas lo
empujarían hacia fuera de Jerusalén para morir, cuando Dios lo dispuso.
Es el último
signo profético, que nos habla de la libertad de Jesús y de
que todo le sucedía cumpliendo las
profecías, que Jesús aceptaba.
“Jesús se abrió paso entre ellos
y seguía su camino”
En un mundo que se reconoce señor, Jesús sigue su camino en los seres humanos que le abren su hogar para cenar
juntos.
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
s. Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima
SIGNOS DE AMOR
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