DIOS NOS INVITA A SU BANQUETE
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
5 minutos en nuestro "día a día"
Romanos 11,29-36
Lucas 14,12-14
12 Dijo también al hombre que le había invitado: –Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, a tus hermanos, a tus parientes o a tus vecinos ricos; porque ellos a su vez te invitarán, y quedarás así recompensado. 13 Al contrario, cuando des una fiesta, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos; 14 así serás feliz, porque ellos no te pueden pagar, pero tú recibirás tu recompensa cuando los justos resuciten. |
DÍA 3 NOVIEMBRE CICLO C
¡Muchas
veces nos repiten los textos del Evangelio que, Jesús era invitado a comer en casa de algún fariseo!
No
lo hacían porque le veían pobre, sino como fariseos, con actitud hipócrita.
· Cuando
se invita a comer a alguien es para compartir
la amistad, la vida; es un gesto
de amor abrir el propio hogar y
sentar a la mesa a una persona, que no es de la familia.
Jesús
nos alerta de ser conscientes de lo que
nos mueve a invitar a una persona a sentarla a la mesa del hogar; puede significar varias actitudes
personales, que revelan el
por qué se hace y cómo somos.
La
actitud farisaica
es disimular el por qué y vivir la actitud de conseguir “lo que se
quiere del invitado en provecho de algún interés personal”, que indica el desinterés y la falta de respeto
a la dignidad de la persona convidada.
“Cuando des una comida o una cena,
no invites a tus amigos, ni a
tus hermanos,
ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos”
Jesús no prohíbe las comidas, o cenas, propias
del seno de las familias que se aman y se reúnen a celebrar fechas o hechos de
alegría, o de dolor, en la mesa del hogar como signo de unión familiar.
Todo
lo que es verdad no lo prohíbe Dios; nos advierte, precisamente,
de la hipocresía de los banquetes y
de las celebraciones que están etiquetadas de intereses personales o sociales, de exageraciones propias de quienes se consideran ricos o con poder; desdicen
la realidad ante el hecho de tantos humanos que, no tienen lo necesario para
el sustento de sus vidas.
“Porque corresponderán
invitándote”
Esta es la forma de banquetear del mundo
de la riqueza y del poder; donde se repite el hecho de despreciar la
misma comida, por abundante y por lo que se echa a perder, por estar
hartos de pan mientras hay lázaros que, esperan las migajas que caen de
la mesa…, y que nadie se las da.
“Y quedarás pagado”
De estos banquetes se suele salir sonriente,
pero no saciado; nada material es
suficiente para saciar el espíritu.
El mundo poco o nada sabe del hambre
del espíritu ni de lo que le sacia.
·
Jesús, antes de morir, sorprendió, a
cuantos estaban en el Cenáculo, celebrando el Memorial de su Muerte y
Resurrección a la vez que, instituía
el sacerdocio ministerial para perpetuar,
en el tiempo, su bautismo del Calvario; para
que, su Cuerpo sacerdotal,
formado por todos los bautizados, fuera
invitado a aceptar el mandato de celebrar su Banquete-Sacrificio.
A este Mesa estamos libremente
obligados a vivirla todos los
bautizados; a ella acudimos los pobres,
lisiados, cojos y ciegos.
-
Pobres, porque lo somos todos ante Dios, aunque algunos no se crean.
-
Lisiados, porque, si no físicamente, ¿quién
no tiene alguna lesión espiritual?
-
Cojos, porque no todos pueden andar derechos; algo torcido nos enreda.
-
Ciegos, porque son pocos los bienaventurados que ven la Verdad de
Jesús y su trascendencia para la
libertad y la felicidad de vivir de la Fe.
Federico Allara
SANTORAL DEL DÍA
s. Silvia, madre de s. Gregorio Magno
s. Martín de Porres, religioso dominico
descansaré en tu presencia
DÍA 3 NOVIEMBRE CICLO C
¡Muchas
veces nos repiten los textos del Evangelio que, Jesús era invitado a comer en casa de algún fariseo!
No
lo hacían porque le veían pobre, sino como fariseos, con actitud hipócrita.
· Cuando
se invita a comer a alguien es para compartir
la amistad, la vida; es un gesto
de amor abrir el propio hogar y
sentar a la mesa a una persona, que no es de la familia.
Jesús
nos alerta de ser conscientes de lo que
nos mueve a invitar a una persona a sentarla a la mesa del hogar; puede significar varias actitudes
personales, que revelan el
por qué se hace y cómo somos.
La
actitud farisaica
es disimular el por qué y vivir la actitud de conseguir “lo que se
quiere del invitado en provecho de algún interés personal”, que indica el desinterés y la falta de respeto
a la dignidad de la persona convidada.
“Cuando des una comida o una cena,
no invites a tus amigos, ni a tus hermanos,
ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos”
Jesús no prohíbe las comidas, o cenas, propias
del seno de las familias que se aman y se reúnen a celebrar fechas o hechos de
alegría, o de dolor, en la mesa del hogar como signo de unión familiar.
Todo
lo que es verdad no lo prohíbe Dios; nos advierte, precisamente,
de la hipocresía de los banquetes y
de las celebraciones que están etiquetadas de intereses personales o sociales, de exageraciones propias de quienes se consideran ricos o con poder; desdicen
la realidad ante el hecho de tantos humanos que, no tienen lo necesario para
el sustento de sus vidas.
“Porque corresponderán
invitándote”
Esta es la forma de banquetear del mundo
de la riqueza y del poder; donde se repite el hecho de despreciar la
misma comida, por abundante y por lo que se echa a perder, por estar
hartos de pan mientras hay lázaros que, esperan las migajas que caen de
la mesa…, y que nadie se las da.
“Y quedarás pagado”
De estos banquetes se suele salir sonriente,
pero no saciado; nada material es
suficiente para saciar el espíritu.
El mundo poco o nada sabe del hambre
del espíritu ni de lo que le sacia.
·
Jesús, antes de morir, sorprendió, a
cuantos estaban en el Cenáculo, celebrando el Memorial de su Muerte y
Resurrección a la vez que, instituía
el sacerdocio ministerial para perpetuar,
en el tiempo, su bautismo del Calvario; para
que, su Cuerpo sacerdotal,
formado por todos los bautizados, fuera
invitado a aceptar el mandato de celebrar su Banquete-Sacrificio.
A este Mesa estamos libremente
obligados a vivirla todos los
bautizados; a ella acudimos los pobres,
lisiados, cojos y ciegos.
-
Pobres, porque lo somos todos ante Dios, aunque algunos no se crean.
-
Lisiados, porque, si no físicamente, ¿quién
no tiene alguna lesión espiritual?
-
Cojos, porque no todos pueden andar derechos; algo torcido nos enreda.
-
Ciegos, porque son pocos los bienaventurados que ven la Verdad de
Jesús y su trascendencia para la
libertad y la felicidad de vivir de la Fe.
Federico Allara
SANTORAL DEL DÍA
s. Silvia, madre de s. Gregorio Magno
s. Martín de Porres, religioso dominico
descansaré en tu presencia

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