EL ENCUENTRO CON JESÚS NOS SALVA
SEAMOS AGRADECIDOS
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
Lucas 17,11-19
DOMINGO XXVIII TIEMPO ORDINARIO
CICLO -C Fiesta Virgen del Pilar.
El
sirio Naamán, leproso, visitó al profeta Eliseo. El
rey de Siria, al cual servía, escribió una carta al rey de Israel, y Naamán se
fue con gran cantidad de plata y oro para dárselos al profeta; éste le envió
un mensajero que le dijera “fuera a bañarse siete veces al rio Jordán”.
Naamán,
que había creído a la niña israelita, se rebeló contra Eliseo; los que le acompañaban le convencieron de
que fuera a bañarse y “su carne quedó limpia de su lepra”
Regresaron
a Eliseo para decirle:
“Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que
el de Israel”
El profeta Eliseo no aceptó ningún presente
de Naamán; bien sabía Eliseo que su poder era el de Dios y no suyo.
- El mundo se mueve con “presentes”, obsequios, no siempre reconocidos como malinterpretó el rey de Israel, y
con regalos que esclavizan.
Jesús enseñó a sus discípulos a no
esclavizarse “dando gratis lo que gratis habían recibido”
En este texto vemos:
1. La fe muy humana de un pagano, confusa y con dudas, obedeciendo y rebelándose, que es lo propio cuando la fe no es la
aceptación de la Verdad.
2. La
obediencia a las palabras del profeta y el “sencillo ritual”, bañarse en el Jordán, signo de las pobrezas de los ritos y, su riqueza cuando son
hechos y recibidos con fe.
La curación de Naamán la recordará Jesús para mostrar que, su paso por la tierra es para llegar a creyentes y paganos.
S. Pablo nos dice a todos lo que le dice a
Timoteo:
-
“Que no olvide a Jesucristo, que resucitó de entre los muertos, “por el que
padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor… Por eso lo aguanto todo por los
elegidos”.
“Si morimos con Él, viviremos con Él; si lo negamos, también
Él nos negará; si somos infieles, Él permanece fiel, porque no puede negarse a
sí mismo” (2 Timoteo 2, 11-14)
- Existe una gran diferencia entre negar y ser infiel.
- Dios haga que no nos olvidemos de Jesucristo y que seamos capaces
de sufrir unos por otros; elegidos para creer, amar y servirnos como hermanos.
Lc 17,11-19
No sabemos cómo acuden a Jesús diez leprosos, nueve judíos y un samaritano, por el
odio que existía entre ellos; tal vez hemos de ver que, la enfermedad habla al corazón, y le hace ver la realidad de la vida,
y de la fe, de muy diversa manera a como se ve en salud, que no
es tanta como la que se tiene desde la enfermedad.
Los samaritanos habían perdido “la pureza
de ser israelitas” y, a
la vuelta del exilio luchan para que no vayan a Jerusalén, y construyen
un templo que hiciera competencia al de Jerusalén.
Jesús, que ya había hablado con una mujer samaritana, cura a los diez.
El texto nos interroga sobre algo importante
de nuestra oración:
- Ser agradecidos; y no sólo cuando pensamos que nos ha
favorecido en algo, sino siempre. Pensemos que estamos llamados a una
vida con su “razón de ser y, un
destino eterno”, desde la fe; no a una pura existencia sin
sentido.
“…mientras iban
de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió
alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús
dándole gracias. Ese era un samaritano”
El
hecho de que el resto no vuelva a darle gracias nos puede advertir el
hecho de “no estar seguros” y, “tener
como normal que Dios nos
favorezca”; sin embargo, el samaritano,
impuro en su fe, reconoce, no sólo haber sido curado, sino, a
ejemplo de Naamán, que Jesús es quien
tiene la Verdad, entendiendo que, también él debía ir a los sacerdotes que veneraban el Templo
de Jerusalén.
Es difícil convertirse cuando uno
piensa que está convertido.
- Convertirse es “don de la fe”.
El samaritano, que acudió con su fe a Jesús, al verse curado acepta la verdadera fe
en Jesús; vuelve agradecido y escuchará de Él “Tu fe te ha salvado”
Vemos la diferencia que hay entre “ser curados y ser salvados”
· Dios en Cristo Jesús vino y se
ha quedado para salvarnos; no solamente, tal vez, para curarnos.
El encuentro con Jesús nos salva; no es nuestra norma de vida, ni ser
buenos a nuestra manera. Seamos
agradecidos.
La salvación, que da el gozo de
la fe en Jesús, es para vivirla en la libertad de los hijos de Dios “ahora y aquí”, que no siempre será de salud y de paz, sino muchas veces de tribulación.
·
Esperar la vida eterna no es el opio que nos separa del
presente, ni de la realidad de vivir comprometidos por el bien de toda la
humanidad.
No olvidemos que, la fe nos lleva a una libre obediencia percibiendo el valor de fiarnos y,
confiando en el Dios único que nos ama.
Que la VIRGEN sea para nosotros El Pilar donde
nos apoyemos en la vida
sabiendo que, nos acercamos a un corazón
de Madre, que nos ama como hijos,
desde la extensión de su vocación
desde el pie de la Cruz.
Federico Allara
GRACIAS
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