FIESTA DE LA EXALTACIÓN
DE LA CRUZ
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
Juan 3,13-17
Núm. 21,4b-9
No
es fácil el desierto como lugar habitual de la vida.
Mientras
no se halla la Luz que ilumina el camino en el desierto, y se permanece en la fe de esta Luz, la
vida íntima de cada ser humano sigue siendo un desierto.
Lo
que ocurre es que el mundo nos ofrece
luces, que indican senderos
que distraen la atención de pisar el desierto; o nos los creamos
nosotros para olvidar el desierto.
Cuando
“la vida” somete a pervivir en el desierto llega a poder advertir que, sólo
la permanencia en la Verdad de la Luz permite
caminar en esperanza.
· El Pueblo elegido,
liberado de la esclavitud, no soportó el
desierto y, cansado, habló contra Dios y contra Moisés
¡Qué
pronto se olvidan los favores de Dios, o tal vez, ni los advertimos!
-
Moisés
rezó al Señor por el Pueblo.
- Moisés,
como Abrahán, fue un modelo de fe y de
solidaridad con su Pueblo; por él se jugó la vida huyendo del Faraón y, en
el desierto intercedió ante Dios por su Pueblo.
No
es que la Misericordia divina dependa de las intercesiones, sino que Dios acepta el amor que le manifestamos en
favor de los que amamos.
“Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba la serpiente
de bronce y salvaba la vida. ¡Dios
siempre es misericordioso!
“Jesús, siendo de
condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios”
Dios se hace Hombre y, cada vez más, el hombre pretende hacerse dios; con la contradicción de
que, desde la humildad y la humillación divina, Dios nos salva y el hombre, crecido en poder y
suficiencia, esclaviza y da muerte a
su prójimo olvidando que, es su hermano en la misma medida en que se aleja
de Dios.
Descender de los cielos nos puede parecer
fácil, aunque no lógico a la razón y tampoco a una vida religiosa, que
da como bueno lo que le dicta el corazón o sus sentimientos.
“Se humilló a sí mismo
hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de Cruz”
Dice S. Pablo que, Jesús fue reconocido como hombre por su presencia.
-
No basta la presencia de un ser humano;
es reconocido cuando se acepta
el testimonio de su humildad,
y no solo su humildad, sino su humillación
expresada en obediencia ante la realidad de la vida y, sobre todo, cuando libremente acepta ser condenado desde la inocencia reconocida
por sus propios enemigos.
-
Si no somos capaces de contemplar a este Hombre que nos describe S. Pablo,
y no lo aceptamos, es lógico
que, desgraciadamente, no pasemos
a creer que sea Dios.
No es sólo el problema humano ante Jesús;
mientras no nos pongamos ante la realidad del hombre de hoy -tanto para reconocer que, más de los que pensamos, son buenos y
hacen bien, como también constatamos que, es creador de violencia y
de toda clase de maldad contra su prójimo- estaremos programando formas de actuar teóricas o medios incapaces
de interrogarnos y de ser interrogante para todos y, tal vez, no siendo útiles ni a Dios;
porque somos lo que vivimos en
el desierto de nuestra vida; la realidad es que somos humanos o inhumanos y, lo que existencialmente somos ante la Verdad de Dios
revelado en Cristo.
·
En verdad somos la respuesta a estas dos verdades: ante Dios y el prójimo.
·
En relación con Dios es haber profundizado
en la fe sobre lo que significó para Jesús descender a ser Hombre; porque
no hay descenso más hondo que llegar a ser hombre.
¡Qué difícil es descender a la propia
realidad y, a la que vivimos en relación con el prójimo, desde aceptar que andamos por el desierto, con el fin de hallar
el camino que nos lleve a ascender hasta la dignidad que somos!
· Solo desde la fe se puede celebrar la Fiesta
de la exaltación de la Cruz; aunque todos vayamos
ante Cristo crucificado no es fácil
entender el signo de la cruz.
Su Pueblo no podía ver, aceptar y reconocer a su Dios humillado-crucificado.
Para la razón ¡qué difícil es aceptar que, el dolor sea signo y medio de
sanación!
El mundo nos acostumbra a lo fácil, a soluciones inmediatas y cómodas, a lo
relativo en todo, a no entender a Jesús crucificado como Dios, aun
siendo cristianos,
Una vida que pretende ser cristiana, de
Cristo, con Cristo y por Cristo, vivida en “comer y beber”, y no renuncia a
lo que le apetece, ni piensa en la gravedad que puede ser todo ello, no
es cristiana ni da testimonio de
seguir con fe a Jesús.
Pensemos que, viene de lejos el desear un Cristo sin Cruz. El mismo
Pedro recibió la frase de Jesús: “Apártate, Satanás, porque piensas como los hombres y no como
Dios”.
· Haber subido Dios a la Cruz es el mayor descenso “a la verdad del ser
humano”.
· Haberse Dios atrevido a presentarse pendiendo de la Cruz es el mayor signo de Amor, para
entender que, sólo el amor es capaz de ascender al hombre a
su dignidad.
No es simplemente aceptar la cruz, la de
Cristo y la nuestra, sino haber entendido el Amor que da la sabiduría de creer en el descenso-ascenso de Dios en
la Cruz.
· Como no se entiende a Cristo, Dios-Amor, sin
Cruz, tampoco se puede soportar, con esperanza,
vivir la cruz sin el testimonio de Cristo crucificado.
El Calvario, con tres cruces, en dos de ellas
a Dimas y Gestas, y la del medio sin Jesús, no hubiera convertido a
Dimas, ni Gestas hubiera dicho: “Si eres Dios, sálvanos”
· No celebramos la exaltación de la cruz, sino
la Fiesta del Amor, que nos
permite ver, contemplar, conocer y creer en Cristo Muerto y Resucitado.
Si una cruz de hierro salvaba la vida de
los que eran mordidos por una serpiente, la Cruz de Cristo es salvación para
todos los que creen en el Amor de Dios, descendido hasta la profundidad
de ser hombre-pecador, siendo Él inocente, para
ascender en dignidad y salvación a cuantos aceptan creer en Él.
Santo es hacer del desierto de la vida un jardín de rosas sin espinas, testimonio de haber entendido, ¡qué es
seguir a Jesús desde el martirio del Amor!
Federico Allara
ORACIÓN FRENTE A LA CRUZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario