JESÚS LLAMÓ A SUS DOCE DISCÍPULOS
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
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Génesis 41,55-57.42,5-7.17-24
Mateo 10,1-7
10 V. INSTRUCCIÓN PARA EL APOSTOLADO (10.1–11.1)a Jesús escoge a los doce apóstoles 1 Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. 2 Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado también Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; 3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el que cobraba impuestos para Roma; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; 4 Simón el cananeo, y Judas Iscariote, el que traicionó a Jesús. Jesús instruye y envía a los apóstoles 5 Jesús envió a estos doce con las siguientes instrucciones: –No os dirijáis a las regiones de los paganos ni entréis en los pueblos de Samaria; 6 id más bien a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. 7 Id y anunciad que el reino de los cielos está cerca. |
¡Cuántas
veces usamos la palabra fe! No hay escrito que no salga esta
virtud.
No
se trata de tener una idea de ella, porque era y es la virtud que Jesucristo ponía, como condición
esencial, para dar respuesta a los que se acercaban a Él con deseo de ser curados.
“¡Tu fe te ha salvado!
¡Que se haga según tu fe! ¿
Crees que lo puedo hacer?”
Son algunas de las frases con las que ponía
a prueba la fe, a la vez que servía de referencia para los que le
seguían como discípulos o como enemigos.
· Si la fe es un Don, no se trata de darnos explicaciones, sino
de examinarnos sobre nuestra aceptación
o rechazo de lo que, objetivamente
es la fe.
Si me atrevo a decir “objetivamente”
es porque, sólo se puede hablar de
ella desde la aceptación de la Revelación
de Dios.
“Hablar de esta virtud” es, ante todo, reconocer que Dios es quien
ha hablado.
Si no reconocemos la Revelación divina podemos
caer en el error de “llamar fe a cualquier creencia subjetiva”, que
respeto, y más las respeta Dios; si bien una cosa es respetarnos mutuamente y otra poder dialogar de la verdad de esta virtud.
Ningún hecho, de la vida, permite un diálogo, que sea posible escucharnos y crecer
en mutuo conocimiento, si falta el punto común de referencia.
Hablar de las “mutuas verdades” es
bueno, no obstante, si falta el “punto común objetivo de referencia” nos
quedamos, habitualmente, cada uno con su palabra y su “verdad”.
· La fe no permite hablar de lo que cada uno piensa, sino de lo que realmente ha dicho Dios; no hablo de lo que pienso. La referencia no es “lo que cada uno cree”, sino lo que creemos del Dios revelado.
La aceptación de la verdad de la fe es admitir que, si Dios se ha revelado ha
tenido que dar autoridad a alguien para poder ser creído y, “no sólo interpretado” por
todos y cada uno de los creyentes.
De no ser así, la fe se convierte en “religiosidad, en ideología, en verdades
creídas, o verdades interpretadas”, pero no en la Luz que sirve a cada ser humano, que quiera creer
en el conocimiento del único Dios verdadero.
· La fe, tanto en el A.T. como en el N.T. se fundamenta en los mismos aspectos
esenciales: confianza en el Dios que se revela con hechos, obediencia a
estos hechos, que no son subjetivos de la persona o la comunidad
creyente, confesión testimonial de los hechos aceptados y comunión de vida en
el Dios creído. Desde el N.T., estos
aspectos giran en torno a Cristo Jesús.
· Confesar y testimoniar a Cristo es el fruto de una opción libre de la mente
y el corazón ante la realidad del mismo Cristo, Dios y
Hombre verdadero.
De ahí la trascendencia del EVANGELIO de hoy, llamando Jesús, de entre sus
discípulos, a Doce, después de una noche de oración, para que fueran testigos directos de sus
dichos y hechos, desde que comenzó su
mesianismo.
“Estos son los nombres de los Doce:
el primero, Simón, llamado Pedro…,
y Judas Iscariote, el que lo entregó”.
El Evangelio no esconde
nada; nos dice lo preciso para la fe en la Iglesia católica
Federico
Allara
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