“AHORA ME VOY AL QUE ME ENVIÓ”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Haz Clic en los textos para leer y orar)
Hechos 16, 22-34 |
5 Pero ahora me voy para estar con el que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta a dónde voy; 6 al contrario, os habéis puesto muy tristes porque os he dicho estas cosas. 7 Pero os digo la verdad: es mejor para vosotros que me vaya. Porque si no me voy, el defensor no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. 8 Cuando él venga, mostrará claramente a la gente del mundo dónde está la culpa, dónde la inocencia y dónde el juicio. 9 La culpa la mostrará en ellos, porque no creen en mí; 10 la inocencia, en mí, porque voy al Padre y ya no me veréis; 11 y el juicio, en el que manda en este mundo, porque ya ha sido condenado. |
Jesús,
si vuelve a quien le envió, es que vino. Estuvo, pero no era
del mundo.
La
fe
siempre
es aceptar lo que no conocemos ni podemos alcanzar desde nuestra capacidad
humana. Lo que no justifica que, nos neguemos a la fe por incapacidad; porque, tratándose de Dios, Él ofrece el modo de
llegar hasta nosotros respetando nuestra dignidad, y libertad con la que
nos ha creado.
Los
discípulos se habían acostumbrado a su presencia, a
escuchar sus palabras y a contemplar su modo de actuar, que les sorprendía viéndole hacer lo que no era posible en un simple
ser humano.
Acostumbrarnos
a las presencias sin dar valor a los actos,
que vemos y nos sorprenden positivamente de los más próximos,
y a no interrogarnos, es un defecto que
deberíamos evitar; porque lo normal
es valorar e interrogarnos sobre las razones que mueven al prójimo a
mostrársenos con amor.
Con
ello demostramos una indiferencia ante lo que nos “sorprende”; y podemos
causarnos un daño propio y ajeno si lo hacemos como “norma”; es una
contradicción en nuestras relaciones personales entre los más cercanos.
Acostumbrados
al “buen amor”,
lo más grave es que, ni aun diciendo Jesús que “volvía a quien lo había enviado”
ninguno le preguntara: ¿Adónde vas?
· Es el egoísmo, el
que manifiesta
la sorpresa cuando alguien, con
quien se está bien, dice que se va.
· Es el egoísmo, y no el amor, el que entristece el alma cuando no valoramos y no nos interrogamos sobre "el amor conocido"
Dios
con nosotros es,
y
ha sido, tan humano con su
Presencia, Vida, Pasión y Muerte en Jesús que, cabe hasta la
creencia indiferente a su Presencia, histórica ayer y sacramentada
hoy, sin que, nos quepa la tristeza
al no plantearnos, debidamente,
su Presencia, su Amor y su ausencia.
Jesús
dijo:
“Conviene que Yo me vaya,
porque si no me voy,
no vendrá el
Paráclito, el Consolador”
·
El Espíritu Santo prometido tiene como
función darnos a conocer la Verdad.
Sin Él no somos capaces de la fe que trasciende
la razón en luz.
Si no aceptamos al Espíritu no alcanzamos la Verdad que Dios nos revela en
Jesús, por más presente que esté, como nos lo demostraron los mismos
discípulos.
·
El texto del Evangelio de hoy nos alerta ante
la presencia del Espíritu Santo:
“Cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de
una justicia y de una condena”
“De un
pecado, porque no creen en Mí.
De una
justicia, porque me voy al Padre -habiendo
justificado la Humanidad-
De una
condena, porque el príncipe de este mundo está condenado”
Si los más conocedores de Dios revelan su esperanza en la Misericordia divina, examinémonos de nuestra fe, de nuestro amor a Dios y de la verdad de nuestro testimonio en el mundo.
Federico Allara
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