sábado, 26 de abril de 2025

SER TESTIGOS DE LA VERDAD,

VIVIR LA FE EN EL DIOS REVELADO

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Haz Clic en los textos para leer y orar)

Hechos 5, 12-16

Apocalipsis 1,9-11.12-13.17-19

Juan 20,19-31

Jesús se aparece a los discípulos
(Mt 28.16-20; Mc 16.14-18; Lc 24.36-49)
19 Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
–¡Paz a vosotros!
20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. 21 Luego Jesús dijo de nuevo:
–¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.
22 Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
–Recibid el Espírituñ Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.
Las dudas de Tomás
24 Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25 Después le dijeron los otros discípulos:
–Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
–Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré.
26 Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo:
–¡Paz a vosotros!
27 Luego dijo a Tomás:
–Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree!
28 Tomás exclamó entonces:
–¡Mi Señor y mi Dios!
29 Jesús le dijo:
–¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!
El porqué de este libro

30 Jesús hizo otras muchas señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en él.

II DOMINGO DE PASCUA CICLO -C

FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA

La razón de haber sido elegidos los Doce fue para que, conviviendo con Jesús conocieran la Verdad, que es la que pudieron ver y tocar, durante tres años de convivencia con Él, y vivir la experiencia de sus dichos y hechos.

Lo esencial de la Vida de Jesús, desde la valoración de toda su Vida, es que inaugura la novedad de la fe.

A los mismos Apóstoles, y tampoco a sus discípulos, les sirvió cuanto vieron y tocaron, porque el punto esencial donde se prueba la fe es la Muerte, sepultura y Resurrección de Jesús.

Para ser testigos de la Verdad hay que vivir la fe en el Dios revelado.

Es la Verdad que estuvo ante Pilatos de pie, en silencio, para mostrar que, conocerla no es cuestión de la sola razón o el corazón, porque la novedad de ser Verdad, y no verdades humanas, es la de ser Alguien, Jesús de Nazaret, y nunca la referencia de “algo” que no sea Él.

Lo difícil no es la fe, que es Don de Dios dado a todo ser humano, aunque la manera sea distinta; lo difícil es querer ver el sentido, llegar al conocimiento de la Verdad de Dios y de su “Ser Amor” contemplando a Cristo crucificado, y aceptarlo resucitado; cuestión imposible desde la sola razón o sentimiento.

1.     Los discípulos tienen miedo y están refugiados en el Cenáculo, “estando las puertas cerradas”

Puede significar para nosotros “estar cerrados a la Verdad de Dios” por miedo, indiferencia, o por nuestra manera de creer.

Jesús puede entrar en un lugar, o en nuestro hogar, estando las puertas cerradas

El miedo no es el mejor referente para avanzar en el camino de la fe.

El miedo era a los judíos; un Dios que cause temor no es el Dios de nuestra fe.

2.    Jesús no vino a juzgar, sino a salvar, a liberar y a darnos la Paz.

Paz es experiencia de amor, de perdón y de misericordia.

Experiencia de Paz divina es saber contemplar y creer desde admirar y considerar las manos y el costado de Cristo.

Nosotros damos paz y creamos ambientes pacíficos en la medida que, ofrecemos amor, perdón y actuamos con misericordia, que es signo de reconciliación.

3.    ¿Por qué y para qué se nos da el Espíritu Santo?

Para conocer la Verdad, conocer a Cristo.

Para ser perdonados y poder ofrecer el perdón. Nadie es profesional del perdón.

Saber perdonar no es propio de la condición humana, que tiende a esconder la culpa y echarla sobre los demás, desde nuestros padres.

Perdona quien es bueno por naturaleza, que es don de Dios; ser creyente es dar testimonio de su fe amando y perdonando como “se sabe perdonado por Dios”.

Tampoco nosotros, los sacerdotes, somos profesionales del perdón.

Una cosa es ejercer el ministerio y, para ejercerlo hace falta vivir el amor de Cristo; porque no se trata sólo de una fórmula aprendida, sino de que, quien se acerca a recibir la reconciliación con Dios se sienta abrazado por el Amor divino; porque es Cristo quien perdona en la Iglesia.

Nosotros somos elegidos para ofrecer el perdón en Nombre de Cristo y de la Iglesia.

Quiero decir con esto que, no somos cualesquiera ejerciendo un poder que no es de nuestra propiedad, por más “ministros del Señor” que seamos.

 

Hemos de sentir la responsabilidad de pensar que, la referencia del amor-perdón que administramos es Cristo y la Iglesia.

4.    Es el sentido de ser enviados.

Jesús envía a los que han vivido la experiencia de su Amor y de su Perdón. Quien no vive de la experiencia de “ser perdonado” no sabe perdonar.

EL CASO DEL APÓSTOL TOMÁS.

Después de darnos Dios la fe es una falta de fe”, valga la redundancia, querer ver las llagas de Jesús; es decir, pedir a Dios algo más de lo que gratuitamente nos ha dado.

Nos basta el testimonio de los que han vivido la experiencia de Jesús.

Es suficiente ver lo que les costó creer y, contemplar sus vidas de amor y de cruz hasta darlas por la Verdad de Jesús.

·       ¿Qué le podemos pedir más a Dios y a sus testigos humanos?

Tomás nos representó a todos con su vida.

Fue elegido para “parecer un incrédulo” necesitado de ver y tocar las llagas de Cristo resucitado. No necesitamos nada más; él lo vio y tocó por nosotros.

·       Querer más es dudar de Cristo en la Cruz.

Seamos sinceros para aceptar que, nos basta conocer y saber que Cristo ha sufrido la condena, la muerte de cruz y la sepultura y creer a los testigos.

Que nunca tengamos que escuchar a Cristo diciéndonos:

hombres de poca fe, incrédulos, por no creer a quienes me han visto y comprobado resucitado”

·       Confesemos, sinceramente, nuestra suficiencia cuando pensamos que, basta con nuestro querer y nuestro creer reconociendo que, tenemos las puertas cerradas a Jesús.

Aun así, ¡cuántas cosas nos llegan de Él, porque entra aunque no le abramos, sabiendo que esperarnos, en noche fría, que un día le abramos la puerta para cenar juntos.

·       Demos gracias por la fe, por débil que sea nuestra condición, por enturbiarla con tantas ideas y formas de revestirla, cuando Él es la pura, simple y sincera Verdad.

·       Vivamos “en el hoy de nuestro tiempo”.

No pensemos que es más duro, más complicado de vivirlo y más arriesgado que los tiempos de los que conocemos y de los anónimos que, han sabido dar testimonio de la Verdad creída y amada.

¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya, Aleluya!

  F. Allara

 

 SANTORAL DEL DÍA

s. Simeón, obispo de Jerusalén y mártir

CREE EN MI




1 comentario:

Anónimo dijo...

RESUCITO RESUCITO RESUCITO ..... GLORIA A DIOS