LA EXIGENCIA DE
“SER DISCÍPULO DE JESÚS”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
5 minutos en nuestro "día a día"
Romanos 13, 8-10
DÍA 5 NOVIEMBRE CICLO C
La
vida como seres humanos siempre queda definida;
vivir cada día es hacer realidad nuestra propia vida. Somos lo que
vivimos habitualmente.
-
La
vida se define cada día en
la nada, por su indefinición consciente o inconscientemente, siendo dependiente
de la propia manera de vivirla, por seguir las ideas de un maestro conocido,
o porque el ambiente, en su pendiente, ayuda fácilmente a asemejarse a
él.
No
hace falta un examen profundo para saber
cómo va quedando definida nuestra vida; es suficiente mirarla cara a cara para ver,
en el espejo cotidiano del vivir, la
claridad de la imagen o sus caracteres borrosos.
Ser
cristiano es conocer, creer, amar y seguir a Cristo; examinarnos
si lo somos no es difícil, ni requiere retirarse al desierto, basta con aceptar qué conocemos
objetivamente de Jesús, qué creemos
de su Vida, de su Muerte y de su Resurrección, cómo nos demostramos, a nosotros mismos,
que lo amamos, con hechos más que con palabras, y si le seguimos.
Así
es como podemos discernir su frase:
“Aquel de vosotros que no
renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”
Desear entender esta frase comienza por creer que la pronuncia Dios; sin
fe puede resultar inútil cualquier discernimiento.
Lo primero que tenemos que exigirnos, para entender a quién nos
habla, es escucharle desde el respeto
que merece su dignidad; y la de
Jesús es la de ser Dios.
“Discernir” exige
interpretar muchas palabras; p. e., “renunciar”
no está en contradicción con honrar a los padres, a los hermanos y a los
seres amados, e incluso a uno mismo; el mismo Jesús no dice renunciar,
sino “posponer”
· Jesús nunca habla desde la ley sino
desde el amor.
La vida de fe, y
casi toda la vida, exige ser discernida
a la luz de la verdad del amor. Donde falta el amor, sobran las palabras
porque, no hay verdadera disposición para poder entender lo que, sin
amor, tampoco se escucha.
“¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta
primero a calcular sus gastos, a ver si puede terminarla?”
- Construir el edificio del propio ser es más que construir una torre, porque no
somos seres independizados y solitarios, sino que formamos parte de un todo y, lo que somos trasciende, para bien o para
mal, en este todo global.
Para llegar a ser alguien, no por vanagloria, sino por exigencia de la
vida, hay que “pospone o renunciar”
a todo lo que imposibilita llegar a ser quien se debe ser; “renunciar” a lo que contradice poder llegar a ser.
No es sencillo ser discípulo de Jesús. No ser discípulo es no ser cristiano.
No se trata de un adjetivo, sino de un
sustantivo que no admite semejanzas, porque Cristo es único.
Ante Dios, somos lo que somos en vida
cristiana.
Para ser cristiano tenemos que administrar todos los talentos y “renunciar”
a todos los bienes que contradicen los valores recibidos para ser lo que
debemos ser.
Federico
Allara
SANTORAL DEL D ÍA
AQUÍ ESTOY SEÑOR
DÍA 5 NOVIEMBRE CICLO C
La
vida como seres humanos siempre queda definida;
vivir cada día es hacer realidad nuestra propia vida. Somos lo que
vivimos habitualmente.
-
La
vida se define cada día en
la nada, por su indefinición consciente o inconscientemente, siendo dependiente
de la propia manera de vivirla, por seguir las ideas de un maestro conocido,
o porque el ambiente, en su pendiente, ayuda fácilmente a asemejarse a
él.
No
hace falta un examen profundo para saber
cómo va quedando definida nuestra vida; es suficiente mirarla cara a cara para ver,
en el espejo cotidiano del vivir, la
claridad de la imagen o sus caracteres borrosos.
Ser
cristiano es conocer, creer, amar y seguir a Cristo; examinarnos
si lo somos no es difícil, ni requiere retirarse al desierto, basta con aceptar qué conocemos
objetivamente de Jesús, qué creemos
de su Vida, de su Muerte y de su Resurrección, cómo nos demostramos, a nosotros mismos,
que lo amamos, con hechos más que con palabras, y si le seguimos.
Así
es como podemos discernir su frase:
“Aquel de vosotros que no
renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”
Desear entender esta frase comienza por creer que la pronuncia Dios; sin
fe puede resultar inútil cualquier discernimiento.
Lo primero que tenemos que exigirnos, para entender a quién nos
habla, es escucharle desde el respeto
que merece su dignidad; y la de
Jesús es la de ser Dios.
“Discernir” exige
interpretar muchas palabras; p. e., “renunciar”
no está en contradicción con honrar a los padres, a los hermanos y a los
seres amados, e incluso a uno mismo; el mismo Jesús no dice renunciar,
sino “posponer”
· Jesús nunca habla desde la ley sino
desde el amor.
La vida de fe, y
casi toda la vida, exige ser discernida
a la luz de la verdad del amor. Donde falta el amor, sobran las palabras
porque, no hay verdadera disposición para poder entender lo que, sin
amor, tampoco se escucha.
“¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta
primero a calcular sus gastos, a ver si puede terminarla?”
- Construir el edificio del propio ser es más que construir una torre, porque no
somos seres independizados y solitarios, sino que formamos parte de un todo y, lo que somos trasciende, para bien o para
mal, en este todo global.
Para llegar a ser alguien, no por vanagloria, sino por exigencia de la
vida, hay que “pospone o renunciar”
a todo lo que imposibilita llegar a ser quien se debe ser; “renunciar” a lo que contradice poder llegar a ser.
No es sencillo ser discípulo de Jesús. No ser discípulo es no ser cristiano.
No se trata de un adjetivo, sino de un
sustantivo que no admite semejanzas, porque Cristo es único.
Ante Dios, somos lo que somos en vida
cristiana.
Para ser cristiano tenemos que administrar todos los talentos y “renunciar”
a todos los bienes que contradicen los valores recibidos para ser lo que
debemos ser.
Federico
Allara
SANTORAL DEL D ÍA
AQUÍ ESTOY SEÑOR

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