"DOS HOMBRES SUBIERON
AL TEMPLO A ORAR"
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
Lucas 18,9-14
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DOMINGO XXX TIEMPO
ORDINARIO CICLO C
Eclesiástico 35,12-14.16-19
· El
Señor es juez. A
Dios le creemos como AMOR DE ETERNA MISERICORDIA, y
así se ha revelado; desde su Amor es juez del amor o del desamor con que
tratamos al prójimo.
Juez, que no mide desde el prestigio
humano de las personas. En Él no
hay acepción de personas en perjuicio de los pobres.
·
Dios
se diferencia del criterio del mundo, que mide por el
prestigio, tiene acepción de personas y es creador de pobres y míseros, que
Dios escucha.
-
Conocemos
poco a Dios
cuando pensamos que es indiferente a la situación real del mundo.
-
Por
Amor nos soporta a todos, a
los que viven oprimidos y a los que oprimen.
¿Hay
alguien que considere que puede pasar sin ser perdonado por Dios, por pensar
que vive al margen de la realidad?
Creer
en Dios es estar convencido de que ha hecho Justicia, siendo nuestra la
responsabilidad de optar por el bien,
desde la Justicia del Amor del Crucificado.
- Desde
lo que ha hecho ha podido decirnos: ¿“Quién me ha puesto de juez para
arreglar vuestros asuntos?
- Somos
nosotros quienes hemos de
reconciliarnos en el tiempo según la justicia que hemos visto realizada en Cristo.
· Dios
escucha la oración del humilde, “que atraviesa las nubes”;
aunque el mundo y, quien no se detiene en conocer y creer en la
Justicia realizada por Dios, no se lo crea, juzgando a Dios.
El
texto del pasado domingo y éste nos deben servir para examinarnos sobre nuestra manera de orar.
“Dos hombres subieron al
Templo a orar”
-
Es la primera cuestión para examinarnos como
creyentes bautizados en Cristo.
·
El Templo era, para el Pueblo elegido, la referencia de la Presencia del Dios liberador. Por esto iban
al Templo a orar.
Hoy, su Pueblo, como Comunidad que vive de Dios, ante lo que queda
visible de las paredes del Templo, abiertas día y noche, va a rezar y a poner sus peticiones entre
las rendijas de las piedras del Templo.
Después de la venida de Cristo al mundo, y de su mandato de celebrar su Memorial de Muerte y
Resurrección hasta que vuelva,
no es cuestión de practicar o no; la respuesta al don de la fe debe
ser de amor a QUIEN con AMOR ACEPTÓ LA CRUZ; no es solamente una libre decisión u opción personal.
-
No es por Ley que vamos a los templos a
celebrar comunitariamente la fe.
- Dios Padre es quien nos invita al
Banquete-Sacrificio del Memorial de su Hijo, que llega
resucitado a cada altar, por el Espíritu Santo invocado. ¡No
es nuestro banquete!
-
La fe nos convoca a ir al templo
comunitariamente. Dios no nos ha hecho libres para decidir no
ir.
“Uno era fariseo y otro
publicano”
Responder desde la fe en Dios es:
- Saber, si vamos al templo, que Dios no nos pide cumplir sino
amar; la ley sigue sin justificarnos.
- Entender el sentido comunitario de
celebrar la Eucaristía. La individualidad, viviendo la fe, pasa
del “yo al nosotros”, como es toda oración: “PADRE NUESTRO”; nunca Padre mío.
-
Examinar
cómo es nuestra oración.
Una
cosa es la celebración de la Eucaristía,
otra la oración litúrgica de la Iglesia
y otra, la oración personal.
En
las dos primeras hemos de tener la actitud de vivirlas como Comunidad
eclesial.
-
Son
diferentes las actitudes
que hemos de tener según la celebración o el rezo.
En
la oración personal,
sobre todo, es donde podemos rezar como
fariseos o como publicanos.
- El
más “fariseo” es el que se
considera autónomo ante Dios, tanto para hacer como para no hacer
oración, o hacerla según su propia voluntad, sin preguntarse que Dios
lo escucha.
·
Vivir
en Gracia es saber que vivimos en Presencia de Dios, desde
donde todo lo que vivimos le agradamos.
- Otra
cosa son los momentos de oración,
y otra disponer la vida para
tener largos ratos de oración.
2 Timoteo 4,6-8.16-18
Es
el testimonio de un hombre que, después que Jesús le salió al encuentro, siendo su
perseguidor, se entregó totalmente al
servicio del Evangelio; sufriendo en vida y dándola por QUIEN le liberó de su “suficiencia de sabio
y entendido”, para pasar a ser tan rico en Cristo que pudo
decir: “No
soy yo, es Cristo quien vive en mí”
Lo
importante es lo que le dice a Timoteo:
“Estoy a punto
de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He
combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe”
Que podamos decir lo mismo, a nuestra medida,
por la Gracia de Dios y por nuestra
libre aceptación de la fe cuando llegue el tiempo de ser examinados del amor habiendo conservado la fe.
Federico Allara
SANTORAL DEL DÍA

GRACIAS POR ESTE MOMENTO DIVINO, BÁLSAMO DEL ALMA
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